El mercado del Gas Licuado de Petróleo en Paraguay se encuentra frente a un punto de inflexión. En un contexto regional en el que las fuentes eficientes cobran protagonismo, el país busca reconvertir un sector marcado por la informalidad, la falta de trazabilidad y la inseguridad operativa. Fabricio Duarte, director de la Asociación Iberoamericana de Gas Licuado de Petróleo (AIGLP), advirtió a Surtidores Latam que las condiciones actuales del mercado paraguayo comprometen no solo la calidad del servicio, sino también la seguridad de los consumidores y la competitividad del sector.
El experto explicó que prácticas como el llenado de cilindros sin rehabilitación o el uso de garrafas sin marca clara están profundamente arraigadas, y dificultan el control y la fiscalización en toda la cadena de suministro.
En ese sentido, sostuvo que discutir un nuevo modelo de regulación no es una opción administrativa, sino una decisión estratégica de carácter urgente. En sus palabras, la regulación “bien concebida e implementada” demostró ser un catalizador para mejorar las condiciones del mercado y proteger al consumidor.
Uno de los aspectos principales del GLP, es que no se diferencia por el producto en sí, sino por el recipiente que lo contiene. “El cilindro, con su marca en relieve, representa el compromiso de la empresa con la seguridad y la calidad”, afirmó Duarte. Por eso, la trazabilidad del envase es fundamental.
A raíz de esto, dos modelos regulatorios se destacan en América Latina y sirven como referencia. En Colombia, la propiedad de las garrafas recae sobre las empresas distribuidoras. Cuando un usuario desea cambiar de proveedor, debe devolver la misma en uso y recibir otra del nuevo distribuidor. Este sistema, conocido como modelo “francés”, implicó una inversión inicial superior a los 460 millones de dólares, pero tuvo un impacto significativo en la formalización del mercado y en la reducción de accidentes.
En contraste, Brasil aplica el modelo de intercambiabilidad total, donde los cilindros pertenecen a los consumidores, aunque las empresas son responsables de su mantenimiento. Este sistema facilita la competencia, pero requiere una fuerte coordinación entre los actores del sector.
Duarte subrayó que ambos enfoques son válidos, pero que Paraguay muestra similitudes con el escenario colombiano antes de su reforma. En el país, persiste una alta circulación de cilindros deteriorados sin control, lo que eleva los riesgos operativos y pone en jaque cualquier intento de ordenamiento. Para revertir esta situación, el especialista propuso un modelo en el que las empresas sean propietarias de los contenedores, los cuales deberían estar debidamente marcados y sometidos a inspecciones técnicas.
No obstante, Duarte sostuvo que la transformación no debe limitarse al plano técnico: “Es fundamental la capacitación de todos los actores, desde los operarios hasta los consumidores”. El especialista también planteó la necesidad de crear un sistema de gobernanza moderno, apoyado en herramientas digitales que garanticen la trazabilidad y el control operativo de los activos.
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