A través de un impulso provincial, las Estaciones de Servicio cordobesas se posicionan a la vanguardia de la transición energética con la ampliación de puntos de expendio de biodiesel B20, la implementación de módulos de carga express y el abastecimiento a vehículos oficiales, como los móviles de la Policía, que se han sumado activamente al uso de esta alternativa vegetal.
Pero más allá de estos ejemplos visibles, el impulso real proviene de las políticas energéticas provinciales, que con una mirada históricamente federal, están llevando a las Estaciones de Servicio a convertirse en núcleos de una nueva matriz sustentable y descentralizada.
“Estamos muy cerca de inaugurar un punto de carga en Río Cuarto y otro en Villa Carlos Paz, que se suman a los ya operativos en Córdoba capital. Además, el hecho de que la Policía provincial cargue B20 demuestra que el producto es confiable y apto para cualquier tipo de vehículo, lo cual multiplica su aceptación y normaliza su uso”, explicó Mariano Santillán, director provincial de Biocombustibles y Bioenergías, en diálogo con surtidores.com.ar.
El crecimiento de la red de carga se da bajo un formato que no modifica la operación habitual de las estaciones, ni requiere inversiones estructurales complejas. “Se carga igual que cualquier combustible premium en Argentina. Si uno le quita la emocionalidad y la política, el biocombustible se despacha sin inconvenientes. El consumidor lo entiende, lo acepta, y lo elige”, destacó el funcionario dependiente del Ministerio de Infraestructura cordobés.
La estrategia provincial se basa en fortalecer el rol del estacionero como actor central de la política energética. “Los biocombustibles vienen a potenciar a las Estaciones de Servicio, que pueden sumarse sin cambiar nada en su operatoria. Esto permite analizar variables logísticas, consolidar volumen y garantizar una oferta sostenible y federal del producto”, agregó el entrevistado.
Una de las claves es que el combustible de menor huella de carbono esté disponible en un entorno de seguridad, confianza y cercanía, como el que brinda el formato tradicional de expendio. “Si está cargado por un playero capacitado, bajo normas claras y en una estación habilitada, el usuario se siente seguro. El biocombustible se incorpora con total naturalidad”, insistió.
Además, el proyecto busca anticiparse a futuros escenarios en los que el cliente pueda elegir en el surtidor qué tipo de combustible desea cargar. “El corte libre al 20 por ciento de biodiesel (B20) y al 17 por ciento de etanol (E17) es apenas una muestra de un universo mucho más amplio. En algún momento podríamos ofrecerle al cliente la posibilidad de cargar 100 por ciento biocombustible o una mezcla, pero para eso hay que seguir haciendo pruebas”, apuntó Santillán.
Experiencias como la de Córdoba, con iniciativas lideradas por empresas como Wico y otras estaciones independientes, están demostrando que es posible derribar mitos sobre la calidad, el precio y la supuesta incompatibilidad con motores. “No hubo inconvenientes de venta, ni de calidad, ni roturas de autos. Si se hacen las cosas bien, los biocombustibles funcionan y generan valor agregado local”, enfatizó.
Desde la Liga de Provincias Bioenergéticas, Córdoba trabaja para expandir este modelo a otras regiones, especialmente en el centro-norte del país. “Tenemos interlocuciones activas con Santa Fe, San Luis y muchas otras provincias para federalizar esta estrategia”, afirmó el director.
Finalmente, Santillán hizo un llamado al diálogo con las cámaras del sector: “No podemos pensar la diversificación energética sólo en términos de cargadores eléctricos o solares. El estacionero es el verdadero tester de nuestras políticas, el vínculo directo con el consumidor. Y los biocombustibles son una de las opciones más viables y al alcance del sector, junto con el gas y el hidrógeno”, concluyó.
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