En América Latina, la discusión sobre el futuro energético suele girar en torno al gas natural y a las fuentes renovables. Sin embargo, existe un actor silencioso que sostiene la seguridad de suministro en múltiples frentes: el Gas Licuado de Petróleo. Para Fabricio Duarte, presidente ejecutivo de la Asociación Iberoamericana de Gas Licuado de Petróleo, este energético tiene un rol que va mucho más allá de lo que comúnmente se percibe.
“El GLP no compite con el gas natural, lo complementa. Su valor estratégico radica en que puede llegar donde las redes de gasoductos no alcanzan, ofreciendo continuidad de suministro a industrias, comercios y servicios que necesitan energía confiable y disponible en todo momento”, explicó Duarte a Surtidores Latam.
La infraestructura del GN, pese a su consolidación en mercados como Brasil, México o Argentina, sigue siendo limitada en gran parte del continente. Ampliar redes implica inversiones multimillonarias y largos plazos de ejecución, lo que genera brechas territoriales y deja fuera a millones de usuarios potenciales. En ese escenario, el GLP se posiciona como una solución inmediata y flexible. “Su capilaridad lo convierte en una energía de proximidad, capaz de garantizar cobertura nacional en plazos que el gas natural, por cuestiones estructurales, no puede ofrecer”, agregó.
Duarte enfatizó que este hecho no debe subestimarse en la planificación energética de los países. Mientras el gas natural se considera un pilar en la transición hacia una matriz más limpia, el GLP asegura que esa transición no deje atrás a regiones enteras ni a sectores productivos que requieren energía para mantenerse competitivos. “El futuro energético de América Latina debe basarse en la complementariedad. No se trata de elegir entre gas natural, GLP o renovables, sino de integrarlos de forma inteligente para que cada uno aporte en lo que mejor sabe hacer”, sostuvo.
Además de su alcance territorial, el mismo tiene un peso económico que lo vincula directamente con el desarrollo productivo. Sectores como la agroindustria, el transporte, el turismo y los servicios lo utilizan por su disponibilidad y confiabilidad. “Muchas pymes y negocios de escala regional encuentran en el GLP una fuente de energía competitiva que les permite crecer en lugares donde no hay gasoductos. Esa capacidad de impulsar cadenas de valor es lo que lo convierte en una herramienta indispensable para el desarrollo económico local”, destacó el presidente de la AIGLP.
El dirigente recordó también que la transición energética no puede medirse únicamente en términos de carbono, sino también de inclusión y accesibilidad. Mientras los países invierten en ampliar la participación de renovables, persiste la necesidad de contar con un combustible que garantice estabilidad en el corto y mediano plazo.
Un ejemplo reciente es el programa Gas del Pueblo en Brasil, que busca garantizar el acceso al GLP a millones de personas mediante un esquema de distribución directa y con respaldo presupuestario estable.
De cara al futuro, Duarte insistió en que los gobiernos de la región deben reconocer esta opción como parte integral de la matriz, no como un sustituto temporal.
0 comentarios