La jornada de trabajo convocada por CLAEC en Perú dejó una certeza que atraviesa a toda la región: la transición energética ya no es un ejercicio teórico ni una consigna aspiracional. Es una realidad que redefine estructuras, inversiones, normativas y, sobre todo, el negocio de las Estaciones de Servicio. Lo que antes se percibía como una amenaza distante se transformó en un dilema inmediato: cómo adaptar instalaciones diseñadas para combustibles fósiles a un ecosistema donde convivirán energías eléctricas, gaseosas y líquidas, sin perder rentabilidad en el camino.
En la primera instancia del encuentro se repasaron las políticas nacionales que distintos países latinoamericanos están desplegando para modificar sus matrices energéticas. Algunas naciones buscan posicionarse en el hidrógeno verde y azul; otras, más conservadoras, apuestan por la electromovilidad como puerta de entrada; y hay Estados que ven en el gas natural su puente hacia una descarbonización gradual.
IMPACTO DE DECISIONES GUBERNAMENTALES
Más allá de las diferencias, la discusión giró en torno a un punto común: cada decisión gubernamental impacta directamente en la economía de las estaciones. La reconversión exige inversiones en infraestructura, capacitación, certificaciones de seguridad y nuevas habilitaciones, mientras la rentabilidad tradicional se ve tensionada por los costos de adaptación y un mercado todavía incierto en volumen y velocidad de adopción. En este contexto, ninguna autoridad ha logrado cerrar una ecuación que permita avanzar sin que los operadores se pregunten quién financiará la transición y cuál será el retorno real en un plazo razonable.
El segundo bloque profundizó en la diversificación energética dentro de las estaciones. La mirada ya no se centra en si la electromovilidad dominará el mercado, sino en cómo se integrarán múltiples vectores: hidrógeno, biocombustibles, gas natural y electricidad, además de los combustibles líquidos tradicionales. La estación latinoamericana del futuro será un nodo multipropósito con nuevas exigencias técnicas, operativas y normativas.
URUGUAY EN SEGUNDA TRANSICIÓN ENERGÉTICA
Ese horizonte genera entusiasmo, pero también preocupación. Hay países donde la infraestructura eléctrica no está preparada; otros donde la normativa avanza más rápido que las inversiones; y territorios donde los permisos se vuelven un laberinto de competencias regulatorias. El riesgo es doble: quienes no diversifiquen quedarán fuera del juego, pero quienes lo hagan sin planificación pueden comprometer su estabilidad financiera.
En este punto, la delegación uruguaya aportó una visión singular. Uruguay es uno de los pocos países de la región que ya atravesó la primera etapa de la transición energética en el plano eléctrico, y eso habilita un debate distinto en el ámbito de las estaciones. Mientras otros mercados todavía discuten metas y plazos, nuestro país ya convive con un sistema eléctrico mayoritariamente renovable y con una agenda de electromovilidad que busca despegar, aunque enfrenta desafíos en infraestructura, tarifas e incentivos. La discusión uruguaya ya no pasa tanto por la adopción tecnológica, sino por cómo integrar la energía eléctrica, los biocombustibles y potenciales vectores como el hidrógeno en un modelo comercial que permita a las estaciones sostener su rentabilidad en un contexto donde el volumen de combustibles fósiles tenderá a estabilizarse o disminuir. En otras palabras, Uruguay no está viendo la transición desde la barrera: está negociando cómo monetizarla.
LA MUJER COMO PROTAGONISTA DE TRANSFORMACIÓN
El tercer tramo del encuentro abordó un aspecto inesperado para muchos asistentes, aunque central para entender la evolución sectorial: el rol de la mujer en la industria del downstream. La presencia femenina en puestos de gestión, comercialización, calidad de servicio y seguridad industrial se ha incrementado de forma sostenida. Algunos países ya incorporan normativas con enfoque de género, programas de capacitación específica y políticas empresariales orientadas a ampliar la participación femenina. Lo que antes parecía una excepción hoy se convierte en una ventaja competitiva: la diversidad aporta nuevas habilidades en atención al cliente, procesos administrativos e innovación, elementos decisivos en un momento donde la experiencia del usuario y la adopción tecnológica se transforman en activos estratégicos.
CAMBIOS IRREVERSIBLES
Las primeras acciones de CLAEC ya muestran que la transición energética en América Latina no está por llegar: ya empezó y tiene consecuencias operativas inmediatas. En este nuevo escenario, las Estaciones de Servicio deberán optar entre permanecer como simples puntos de despacho o evolucionar hacia hubs energéticos capaces de ofrecer distintas fuentes de energía, servicios asociados y conocimiento especializado.
La discusión dejó de ser técnica y se volvió existencial. La estación del futuro no será la que expenda más litros, sino la que logre gestionar la diversidad energética, el talento humano y la transformación regulatoria sin perder su esencia comercial. Quien no entienda esto a tiempo, no tendrá un problema de energía: tendrá un problema de supervivencia.













0 comentarios