GNC en la transición energética argentina

Carnicer destacó los beneficios ambientales del GNC

Argentina.
26 Dic, 2025
Solución concreta y de rápida implementación Convertir 100.000 camiones a GNC permitiría generar ingresos millonarios por reducción de emisiones
El director del Instituto de Energía de la Universidad Austral, Roberto Carnicer, planteó que el gas natural vehicular puede convertirse en una herramienta para cumplir los compromisos climáticos y generar valor económico.

La discusión sobre la transición energética suele estar atravesada por consignas simplificadoras que confunden conceptos y omiten realidades estructurales. Así lo planteó Roberto Carnicer durante el Primer Foro Nacional del GNC organizado por Surtidores, al analizar el rol que puede desempeñar el Gas Natural Comprimido dentro de la matriz energética argentina, no solo como combustible de transición, sino como una herramienta concreta para reducir emisiones y generar oportunidades económicas en el marco de los compromisos ambientales asumidos por el país.

El punto de partida es global. En los últimos 55 años, la demanda mundial de energía primaria se triplicó, pasando de 205 a más de 600 exajoules. Sin embargo, la composición de esa matriz prácticamente no se modificó: el carbón continúa representando cerca del 27 por ciento del consumo energético mundial, a pesar de los esfuerzos por reducir emisiones. Asia Pacífico, impulsada por China e India, concentra hoy el 47 por ciento de la demanda global y basa cerca de la mitad de su consumo energético en carbón, lo que explica buena parte del crecimiento de las emisiones de CO₂ en las últimas décadas.

En ese contexto, Carnicer remarcó la diferencia entre matriz energética y matriz eléctrica, dos conceptos que suelen confundirse en el debate público. Mientras algunos países lograron reducir emisiones en el sector eléctrico, el consumo total de energía sigue creciendo y continúa dominado por combustibles fósiles. América del Norte, por ejemplo, redujo sus emisiones un 8 por ciento entre 2014 y 2024 gracias al reemplazo del carbón por gas natural, particularmente shale gas.

Argentina no es ajena a esa realidad. Su oferta energética está fuertemente sustentada en gas natural y petróleo, y tras años de déficit acumulado que implicaron una pérdida de 44.000 millones de dólares en la balanza comercial energética entre 2010 y 2023, el país volvió a mostrar números positivos gracias al crecimiento de la producción no convencional. Hoy, el 65 por ciento del gas y cerca del 70 por ciento del petróleo provienen de formaciones no convencionales, lo que permitió recuperar exportaciones y proyectar un fuerte aumento de la producción en la próxima década.

El desafío, según Carnicer, no es frenar ese crecimiento sino compatibilizarlo con la reducción de emisiones. Argentina emitió en 2024 alrededor de 400 millones de toneladas de CO₂, repartidas en partes iguales entre el sector energético y el agroindustrial. Dentro del sector energético, una porción significativa corresponde a la quema de combustibles en el transporte terrestre, donde el gasoil explica aproximadamente la mitad de las emisiones.

Es allí donde el GNC aparece como una solución concreta y de rápida implementación. El reemplazo de nafta y gasoil por gas natural en el parque automotor permite reducir hasta un 40 por ciento las emisiones de CO₂. En el caso de un camión pesado, esa diferencia puede significar decenas de toneladas menos por año. La conversión de apenas 100.000 vehículos pesados al GNC permitiría evitar la emisión de alrededor de 2,4 millones de toneladas de CO₂ anuales, un volumen significativo dentro del balance nacional.

Pero el impacto no es solo ambiental. La reducción de emisiones abre la puerta a un instrumento clave: los bonos de carbono. Carnicer explicó que estos certificados representan el derecho a emitir una tonelada de CO₂ y se obtienen demostrando reducciones efectivas y verificables, ya sea mediante eficiencia energética, sustitución de combustibles, energías renovables, forestación o captura de carbono. A diferencia de los impuestos al carbono, el sistema de bonos permite que el precio sea definido por el mercado y redistribuye el esfuerzo: quienes reducen más pueden vender créditos; quienes enfrentan mayores dificultades pueden comprarlos.

Existen mercados regulados, como los de Europa y China, y mercados voluntarios, que hoy son la principal vía para países como Argentina. Aunque este último todavía representa una porción menor del comercio global de emisiones, ofrece una oportunidad concreta para un país con grandes superficies disponibles para soluciones basadas en la naturaleza. Se estima que la Argentina podría generar hasta 130 millones de toneladas de reducción de CO₂ mediante forestación y manejo sustentable de su territorio, combinadas con medidas de sustitución energética como el uso de GNC.

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