El auge de los combustibles alternativos despertó el interés por nuevas tecnologías que prometen eficiencia y ahorro. Entre ellas, el gas hidroxi, también conocido como gas HHO o gas de Brown, se presentó en algunos sectores como una fuente de energía capaz de optimizar la combustión en vehículos. Sin embargo, para el experto Julio César Giraldo Ruíz, esta práctica encierra más riesgos que beneficios si no se maneja bajo condiciones controladas.
“El gas hidroxi es una mezcla de hidrógeno y oxígeno que genera una llama extremadamente caliente. Su capacidad energética es innegable, pero su rango de inflamabilidad, que va del 4% al 95%, lo convierte en una sustancia altamente peligrosa si no se manipula adecuadamente”, explicó a Surtidores LATAM, destacando que incluso supera al hidrógeno puro en términos de facilidad de ignición.
Según el consultor, el gas HHO se ha usado tradicionalmente en procesos industriales de soldadura y descarbonización de motores diésel, donde su potencia puede aprovecharse de manera controlada. No obstante, advirtió que su implementación en vehículos comunes, mediante sistemas improvisados de inyección al ducto de admisión, puede generar consecuencias imprevistas. “Se dice que ayuda a ahorrar gasolina y reduce la opacidad en los motores diésel, pero al no estar calibrado con la unidad electrónica del motor, puede alterar la combustión y producir más óxidos de nitrógeno (NOx), que son gases de efecto invernadero”, remarcó.
Giraldo también hizo referencia a quienes atribuyen al gas de Brown supuestos usos medicinales, asegurando que “carecen de sustento científico y caen más en la charlatanería que en la innovación”. En su opinión, difundir estos beneficios sin evidencia sólida “confunde al público y distrae la atención de verdaderas soluciones energéticas sostenibles”.
El especialista profundizó además en los riesgos técnicos del uso automotriz de este gas. Indicó que su combustión genera agua, la cual puede condensarse y mezclarse con el aceite del motor, formando una emulsión que degrada el lubricante y compromete el funcionamiento del vehículo. “A eso se suma la posibilidad de contraexplosiones en el sistema de admisión, que pueden dañar sensores críticos como el MAF”, explicó.
Para Giraldo, el mayor peligro está en el desconocimiento y la manipulación casera. En ese sentido señaló que los dispositivos generadores de HHO suelen instalarse en el compartimento del motor, donde una fuga podría derivar en incendios o explosiones. “En ese escenario, muchos culparían al hidrógeno como combustible, cuando en realidad el problema está en el uso inadecuado del gas hidroxi”, puntualizó.
Finalmente, el consultor concluyó que el HHO podría tener un uso más seguro en motocicletas, debido a que el motor se encuentra al aire libre y hay menor riesgo de acumulación de gases. Sin embargo, insiste en que su empleo masivo carece de regulación, respaldo técnico y protocolos de seguridad. “No todo lo que parece ecológico lo es. La transición energética exige rigor, no improvisación”, resumió Giraldo Ruiz.













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