Pacto Voluntario Estabilización Gasolina México
México.
24 Dic, 2025
Análisis Combustibles en el centro del debate: el Programa Sectorial de Energía y el desafío de abastecer a México
La fuerte dependencia del gas importado, el peso del transporte en el consumo y el rol financiero del Estado plantean interrogantes estructurales.

 

El Programa Sectorial de Energía de México, publicado esta semana en el DOF, coloca a los combustibles líquidos y gaseosos en el centro de la estrategia energética nacional. De cumplimiento obligatorio para las dependencias federales, el plan busca garantizar el suministro de gasolinas, diésel, turbosina y gas natural, reduciendo la dependencia externa y fortaleciendo a Pemex y a la Comisión Federal de Electricidad.

Uno de los principales objetivos es sostener la producción de petróleo por encima de 1.6 millones de barriles diarios y alcanzar los 1.8 millones a lo largo del sexenio. Esta producción estará orientada, principalmente, a abastecer el Sistema Nacional de Refinación y a cubrir la demanda interna de combustibles.

“México prioriza el procesamiento industrial del crudo para garantizar el consumo nacional de gasolinas y diésel, incluso en un contexto donde el mercado internacional avanza con otros tiempos y señales”, explicó Ramsés Pech, especialista del sector a Surtidores Latam.

El programa proyecta que, para 2030, las refinerías de Pemex incrementen su nivel de procesamiento del 56 por ciento a más del 80 por ciento de su capacidad. Esto permitiría elevar la producción de petrolíferos y reducir la necesidad de importaciones, uno de los puntos más sensibles de la balanza energética.

Este crecimiento estará acompañado por inversiones en petroquímica y fertilizantes, sectores estratégicos para consolidar la independencia energética. No obstante, Pech advierte que el enfoque sigue siendo eminentemente operativo: “El programa asegura volumen y continuidad, pero no define con claridad cómo se adaptará el mercado de combustibles a un escenario de transición energética real”.

Más allá de los combustibles líquidos, el gas natural aparece como el principal punto de vulnerabilidad. Aunque México es productor de hidrocarburos, depende en gran medida de las importaciones de gas seco, utilizado tanto para la generación eléctrica como para actividades industriales y comerciales.

Actualmente, el gas representa cerca del 65 por ciento del combustible empleado para generar electricidad. Frente a este escenario, el Programa Sectorial propone elevar la producción nacional hasta los 5 mil millones de pies cúbicos diarios, con el objetivo de reducir la dependencia externa en un 20 por ciento.

Asimismo, uno de los puntos menos desarrollados del programa es el consumo final de combustibles. Más del 80 por ciento del crudo refinado, tanto en México como en Estados Unidos, se destina al transporte, con un consumo estimado superior a los 300 millones de litros diarios.

Este volumen genera un flujo económico anual de entre 4 y 5 billones de pesos en el mercado de comercialización de combustibles fósiles. “No se establecen lineamientos claros para reducir el consumo de gasolinas y diésel, pese a que el transporte es el principal demandante y el mayor generador de ingresos del sector”, señaló Pech.

Pemex y CFE contarán en 2026 con un presupuesto cercano a un billón de pesos, cifra que podría duplicarse hacia 2030. Este nivel de inversión plantea el debate sobre si las empresas estatales deben asumir en solitario el riesgo financiero del sector combustibles o si debería habilitarse una mayor participación privada en segmentos específicos.

“México enfrenta la decisión de usar los recursos provenientes del mercado de combustibles fósiles como una palanca para financiar la transición energética, o bien mantener un modelo enfocado exclusivamente en garantizar el abastecimiento”, concluyó Pech

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