México.
16 Dic, 2025
Análisis El nuevo mercado mundial del petróleo: Estados Unidos redefine el tablero y la OPEP busca reacomodarse
Mientras EE UU redefine su estrategia energética y comercial de cara a 2026, la menor participación de México en el mercado de crudo pesado obliga a reconfigurar los flujos de abastecimiento regional.

El mercado mundial del petróleo se encamina hacia una nueva etapa. Así lo advirtió Ramses Pech, especialista del sector energético, quien sostuvo a Surtidores Latam que las condiciones que históricamente influyeron en la volatilidad del precio del barril perderán peso a partir de 2026, dando lugar a un esquema más previsible, aunque no exento de disputas geopolíticas y comerciales..

Según Pech, las proyecciones más recientes de la Agencia Internacional de la Energía indican que la demanda global de petróleo podría seguir creciendo hasta 2050 si se mantienen las políticas energéticas actuales. “La ausencia de alternativas capaces de sustituir el rol integral del petróleo en la economía mundial explica por qué el consumo no solo se sostiene, sino que podría superar los niveles actuales”, señaló el analista.

En este contexto, Estados Unidos emerge como el actor central del nuevo mercado. Tras décadas de dependencia del petróleo importado, el desarrollo del shale permitió al país convertirse en el principal productor mundial de hidrocarburos. “Luego de 42 años, Estados Unidos pasó de ser importador neto a exportador de petróleo y gas, alterando por completo el equilibrio tradicional del mercado”, explicó Pech.

Esta transformación impactó directamente en los países productores tradicionales, en especial en Medio Oriente y Rusia. De acuerdo con el especialista, la creación de la OPEP+ en 2016 respondió al intento de contrarrestar la creciente influencia estadounidense y preservar el control sobre los precios. Sin embargo, la estrategia no logró sus objetivos. Hoy, la principal economía del mundo consumió más de 9 millones de barriles diarios de gasolina y más de 4 millones de barriles diarios de diésel, exporta más de 3 millones de barriles por día y continúa aumentando el procesamiento de crudo ligero en sus refinerías.

La nueva política económica estadounidense se apoya en tres pilares: energía, comercio e inversión. Para Pech, la combinación de combustibles fósiles, aranceles e inversión extranjera directa apunta a generar ingresos que permitan reducir el déficit fiscal, contener la deuda pública y financiar el desarrollo de tecnología energética avanzada. “El objetivo estratégico es sostener el liderazgo global, garantizar energía barata y respaldar a sus aliados”, afirmó.

Las proyecciones de la Administración de Información de Energía de Estados Unidos, refuerzan esta visión. La producción de crudo alcanzaría los 13.5 millones de barriles diarios en 2026, impulsada principalmente por la Cuenca Pérmica. En paralelo, el precio del WTI tendería a la baja, con un promedio estimado de 65 dólares por barril en 2025 y 51 dólares en 2026. Este escenario plantea interrogantes sobre la rentabilidad de los productores, aunque Pech aclaró que “la prioridad del gobierno estadounidense no es el margen del upstream, sino asegurar crudo barato para abastecer sus 132 refinerías, controlar la inflación y sostener tasas de interés bajas”.

Un dato importante es que cerca del 70 % de la capacidad de refinación estadounidense está diseñada para procesar hidrocarburos pesados. Por ello, el país seguirá importando entre 6 y 7 millones de barriles diarios, principalmente desde Canadá. La estrategia, para Pech, será clara: exportar más materia prima energética ligera y mantener un flujo constante de crudo pesado importado, incluso mediante ajustes arancelarios dentro del T-MEC para proteger a los productores del norte estadounidense.

En este punto aparece una variable crítica: México. La decisión del país de reducir su producción y restarse del mercado exportador de carbón líquido pesado genera un vacío para las refinerías estadounidenses. “El mayor consumidor mundial de petróleo debe buscar alternativas que minimicen riesgos logísticos, comerciales y geopolíticos”, relató Pech.

La posible respuesta está en Venezuela. Un eventual cambio de régimen y una mayor flexibilización de las sanciones podrían permitir el regreso del crudo venezolano al mercado estadounidense, especialmente para la Costa del Golfo. “Una Venezuela alineada con Estados Unidos modificaría los equilibrios dentro del cártel y fortalecería los vínculos con Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos”, mencionó.

En este sentido, el especialista destaca la importancia de la relación entre Washington y Riad. Arabia Saudita, líder de facto de la OPEP, sigue siendo un socio estratégico clave para el país norteamericano. El interés mutuo por estabilizar precios y asegurar el suministro explica los recientes acercamientos diplomáticos y económicos entre ambos países.

 

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