La baja de precios anunciada por Petropar volvió a sacudir el tablero del mercado paraguayo de combustibles. Si bien para el consumidor final la noticia parece un alivio directo e inmediato, para gran parte del sector privado la medida abre un interrogante mayor.

La reducción dispuesta por la estatal provocó, como en anteriores ocasiones, un efecto dominó que obligó a Copetrol, Shell, Petrochaco, Fuelpar y otros emblemas a recortar sus tarifas para evitar la pérdida de participación. 

Sin embargo, desde la Cámara Paraguaya de Distribuidoras de Combustibles, advirtieron que esta reacción está lejos de responder a costos internacionales o a condiciones más favorables de importación. 

Según su presidente, Alfredo Martín Sánchez, la presión responde únicamente a la necesidad de sostener presencia en el mercado. “Vamos a intentar seguir el ritmo de Petropar, pero en muchos casos estaremos empatando o perdiendo, lo que no es sostenible en una economía normal”, afirmó, alertando incluso sobre la posibilidad de que parte del sector privado quede al borde del quiebre.

El principal cuestionamiento radica en el origen de la rebaja. Cadipac sostiene que Petropar no accedió a productos más baratos ni concretó ofertas especiales con nuevos proveedores. 

De hecho, Sánchez recordó el caso de Doha Holding Group, que había asegurado precios preferenciales, pero no logró entregar el gasoil comprometido. Para el gremio, la estatal estaría operando con “precios hipotéticos”, una decisión que, de mantenerse, podría distorsionar el mercado y condicionar la viabilidad de los operadores independientes.

El analista financiero Stan Canova recordó a Surtidores Latam que “Paraguay no tiene un ente que supervise la actividad de manera eficiente y conveniente, como ocurre en Estados Unidos, Uruguay o Argentina”, señaló, trazando una comparación que expone un problema de fondo: las tensiones actuales no solo responden a la coyuntura, sino a un déficit institucional que deja al sector sin un árbitro capaz de equilibrar intereses públicos y privados.

Para los especialistas, la volatilidad del mercado paraguayo se explica, en parte, por la falta de mecanismos institucionales que obliguen a transparentar costos, justificar márgenes o evitar que decisiones de corto plazo tengan impactos estructurales. En un país donde tanto los privados como la estatal dependen del mercado internacional para abastecerse, la imprevisibilidad interna solo amplifica las tensiones.