La llegada de las Estaciones de Servicio móviles marca un punto de inflexión en la forma de distribuir combustibles en la Argentina. La reciente desregulación impulsada por el ministro Federico Sturzenegger, que flexibiliza las condiciones para la instalación de tanques aéreos y sistemas modulares, abrió un nuevo escenario donde la eficiencia y la adaptabilidad ganan terreno frente a los viejos modelos rígidos de infraestructura energética.
Estas estaciones portátiles, diseñadas para el consumo propio de industrias, empresas de transporte y organismos públicos, funcionan como verdaderos centros de abastecimiento móviles. Su diseño permite el transporte completo, montaje en poco tiempo y un funcionamiento seguro bajo estándares certificados por la Secretaría de Energía.
Ejemplo de ello es la expendedora inaugurada recientemente en la localidad de Lago Posadas, en la provincia de Santa Cruz por la empresa estatal Formicruz. La unidad fue entregada totalmente ensamblada y puesta en funcionamiento en cuestión de días. Posee un tanque de 40.000 litros con tecnología resistente al fuego, módulos de despacho, oficina y baño, y un sistema eléctrico antiexplosivo homologado.
“Este tipo de estaciones modulares representa una evolución en la forma de abastecer energía. Son seguras, rápidas de instalar y cumplen todas las normativas vigentes”, explicó Pablo Capuano, gerente comercial de la empresa fabricante Bertotto Boglione, en diálogo con Surtidores. Según el directivo, la reforma normativa “vino a reconocer una necesidad técnica y económica largamente postergada en el país”.
El decreto de Sturzenegger, enmarcado en el proceso de modernización y desburocratización del Estado, habilita el uso de instalaciones aéreas bajo condiciones de seguridad equivalentes a las subterráneas. Este cambio facilita la inversión privada y acelera la llegada de soluciones móviles a zonas donde los costos de obra civil o los trámites ambientales dificultaban la instalación de estaciones convencionales.
Como se viene destacando en diferentes artículos en este medio, la flexibilización abre el juego a un nuevo modelo energético descentralizado, donde las estaciones móviles pueden garantizar el suministro de combustibles líquidos en áreas rurales, mineras o viales, sin depender de la infraestructura tradicional. “Son una herramienta que acerca energía donde falta energía, y eso significa también desarrollo productivo”, resumió Capuano.
Las unidades disponibles abarcan capacidades desde 5 hasta 50 metros cúbicos, y su estructura metálica incluye una batea de contención superior al 10 por ciento del volumen total del tanque, garantizando seguridad ante eventuales fugas.
“El avance de las estaciones móviles no solo responde a una innovación tecnológica, sino a un nuevo marco regulatorio que libera la capacidad del país para desarrollar infraestructura energética flexible, capaz de adaptarse a los desafíos de una economía que busca dinamismo, competitividad y autonomía”, finalizó el empresario.













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