El anuncio de que el mercado de los combustibles podría recibir nuevos actores internacionales, generó expectativa entre los empresarios del rubro, especialmente en torno a si esta apertura impulsará una mayor competencia en el sector minorista. Sin embargo, distintas voces del ámbito energético relativizan esa posibilidad y sostienen que el desembarco de capitales externos probablemente se canalice a través de la compra de estructuras ya existentes, antes que mediante el desarrollo de nuevos proyectos desde cero.
Durante la última década, las operaciones de fusión y adquisición marcaron una tendencia de concentración en el mapa empresarial. Grandes grupos —nacionales y extranjeros— se consolidaron en torno a redes de distribución que ya operaban en el país, mientras que la creación de nuevas bocas de expendio fue limitada. Este proceso, explican los analistas, no implicó un crecimiento sustancial del número total de estaciones, sino una racionalización del sistema y una mejora en la eficiencia operativa de las redes existentes.
A su vez, el contexto económico interno continúa siendo un factor determinante. La caída en las ventas de combustibles respecto de los años previos, junto con la pérdida del poder adquisitivo y la disminución del uso del transporte privado, afecta la rentabilidad del negocio minorista. En estas condiciones, muchos operadores consideran que no existen incentivos para ampliar la red territorial, y que las nuevas inversiones se concentrarán en optimizar puntos de venta ya instalados.
El marco normativo también cambió. La desregulación parcial del mercado y las medidas orientadas a fomentar la competencia forman parte de la estrategia oficial de apertura. Entre ellas, el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) busca atraer capitales al sector energético. No obstante, los especialistas advierten que la liberalización no garantiza automáticamente una expansión de la infraestructura, ya que las decisiones de inversión responden a condiciones de rentabilidad, escala y demanda.
Según el análisis de expertos, la prioridad actual de los grandes grupos energéticos no pasa por ampliar sus redes de Estaciones de Servicio, sino por incrementar la producción y exportación de petróleo y derivados. En ese sentido, las bocas de expendio locales enfrentan márgenes reducidos y altos costos de operación, lo que constituye una barrera natural para nuevos proyectos.
En diálogo con surtidores.com.ar, el exsubsecretario de Combustibles Alberto Fiandesio, sostuvo que los antecedentes recientes del mercado argentino “muestran que los grandes jugadores no ingresan construyendo redes nuevas, sino adquiriendo estructuras ya instaladas”. Según explicó, el escenario actual no ofrece condiciones favorables para la llegada de nuevos operadores a gran escala, salvo que aparezcan oportunidades de compra de activos existentes.
“El ingreso de nuevos actores internacionales solo sería viable mediante la adquisición de redes o refinerías en funcionamiento, porque levantar una estructura desde cero implica un esfuerzo financiero desproporcionado frente a los volúmenes actuales de consumo”, advirtió Fiandesio. En su visión, la expectativa de una expansión rápida del número de Estaciones de Servicio “resulta poco realista en las condiciones actuales del mercado”.
Finalmente, el exfuncionario resumió: “Argentina puede ofrecer oportunidades, pero no veo que vengan nuevas compañías a construir estaciones desde cero. Si alguna grande llega, será como ya pasó: comprando estructuras ya instaladas. Porque en este mercado, con los volúmenes actuales, levantar una red nueva es prácticamente inviable”.
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