La participación colombiana en la CLAEC realizada en Perú días atrás, dejó conclusiones contundentes respecto al futuro energético de la región y el rol del sector distribución. Según comentó a Surtidores LATAM David Jiménez Mejía, Vocero Gremial Nacional de Somos Uno —unión de COMCE y Fendipetróleo—, lo aprendido demuestra que la transición energética “debe ser un proceso ordenado, con planificación y reglas claras para todos los actores”. Para el dirigente, la experiencia latinoamericana confirmó que la red de Estaciones de Servicio seguirá siendo esencial para la seguridad energética, aunque evolucionará hacia un modelo multienergía.

Jiménez Mejía explicó que en todos los países analizados existe un consenso: las Estaciones se convertirán en nodos donde convivan combustibles líquidos, gas natural, biocombustibles, puntos de recarga eléctrica y, en un futuro, hidrógeno. “La transición no puede significar reemplazos abruptos, sino una modernización con gradualidad y sostenibilidad económica”, remarcó el vocero gremial.

Una de las conclusiones más relevantes, según el dirigente, es que los países que avanzaron con mayor éxito en la diversificación poseen dos características en común. La primera es una regulación estable y tecnológicamente neutral, que no se enfoca en “satanizar” energéticos, sino en establecer estándares de calidad, seguridad y reducción de emisiones. La segunda es la existencia de instrumentos de apoyo que permiten que la inversión en nueva infraestructura sea viable, especialmente para las pequeñas y medianas estaciones de servicio.

“Para Colombia nos queda una enseñanza clave: la transición debe hacerse con la gente y con las empresas”, señaló. En ese sentido, insistió en que es indispensable escuchar al sector minorista, comprender sus particularidades regionales y aprovechar la capacidad instalada para acercar nuevas energías al ciudadano sin afectar el empleo ni la continuidad del servicio.

Sobre los modelos presentados en la CLAEC, Jiménez Mejía destacó varias experiencias que podrían adaptarse al sector minorista colombiano. Una de ellas es la prohibición expresa de integración vertical, como ocurre en Brasil, donde la norma impide que mayoristas operen estaciones minoristas; o el caso de Uruguay, donde la regulación limita a cuatro las Estaciones de Servicio que un mayorista puede tener en propiedad. Estos esquemas, explicó, protegen la competencia, evitan abusos y fortalecen la sostenibilidad del distribuidor pequeño y mediano.

El vocero también resaltó marcos regulatorios que promueven la innovación de manera controlada, como las mezclas progresivas de biocombustibles, los pilotos de infraestructura de recarga o la implementación gradual de sistemas de medición avanzados. Según mencionó, estos procesos permiten “aprender, ajustar y reducir riesgos antes de masificar”, lo que resulta fundamental para un sector con márgenes estrechos y alta sensibilidad a los cambios regulatorios.

La CLAEC también ofreció ejemplos de buenas prácticas en formalización y calidad, especialmente en países donde los reguladores simplifican trámites, armonizan normas de seguridad y exigen altos estándares para combatir la informalidad y la ilegalidad. “Ese balance entre facilitar la inversión y exigir cumplimiento es replicable en Colombia si se construye de manera conjunta con el Gobierno”, afirmó.

Finalmente, concluyó que adaptar estas experiencias fortalecería la competitividad del sector minorista colombiano y lo prepararía para la transición energética. “El objetivo es claro: ser más modernos, más eficientes y más diversos, sin perder nuestra vocación de servicio y nuestra contribución al empleo formal en el país”, cerró Jiménez Mejía.