La movilidad moderna no se define únicamente por cuántos vehículos circulan, sino también por cuán accesible es el acceso a combustibles. En este sentido, la cantidad de Estaciones de Servicio en relación al parque automotor es un indicador clave para medir la eficiencia y cobertura del sistema de abastecimiento. Más allá del número absoluto de bocas, lo importante es cuántos autos deben compartirlas. Esa relación determina tiempos de espera, capacidad de respuesta ante la demanda, planificación territorial y, en muchos casos, hábitos de consumo energético.
En los países más desarrollados, donde el parque automotor crece acompañado por inversiones en infraestructura, los promedios suelen mantenerse entre 1.500 y 2.500 vehículos por estación. En Estados Unidos, con más de 285 millones de vehículos y unas 145.000 estaciones, la relación se ubica cerca de un punto de carga cada 2.000 unidades. Japón, que apuesta por una planificación detallada y el uso mixto de energías, sostiene una proporción similar: alrededor de 2.500 vehículos por estación. Alemania, por su parte, con una fuerte presencia de vehículos eléctricos y una red altamente tecnificada, cuenta con una estación cada 3.400 autos.
Del otro lado del espectro, países con fuerte concentración urbana o desarrollo desigual pueden enfrentar mayores presiones. México tiene alrededor de 13.000 estaciones para un parque superior a los 53 millones de vehículos, lo que equivale a una cada 4.000 unidades. Brasil, con una expansión más equilibrada, mantiene una mejor proporción: una estación cada 2.600 vehículos. En naciones de ingresos medios, el crecimiento de la red suele ir por detrás, generando cuellos de botella en zonas de alto tránsito.
También existen casos donde la densidad de estaciones es alta respecto a la cantidad de vehículos. Corea del Sur, con una fuerte estrategia de cobertura urbana, tiene una estación cada 1.400 vehículos. Emiratos Árabes Unidos, en un contexto de baja densidad poblacional y grandes desplazamientos, mantiene una relación de aproximadamente 1.000 vehículos por estación, apostando a la cobertura total antes que a la eficiencia estricta.
En este contexto, Argentina presenta un escenario mixto. Con un parque automotor que supera los 15 millones de vehículos y unas 5.200 Estaciones de Servicio, la relación promedio es de una estación cada 2.900 vehículos. Sin embargo, ese número varía significativamente según el tipo de combustible y la ubicación geográfica. Un dato distintivo del país es el alto nivel de uso de Gas Natural Comprimido, con más de 1,6 millones de vehículos convertidos. La Argentina es uno de los países con mayor proporción de autos a GNC del mundo, y cuenta con unas 2.000 estaciones habilitadas para su expendio, lo que implica una estación de GNC cada 800 vehículos que lo utilizan.
Este sistema mixto, con estaciones que muchas veces ofrecen tanto nafta como GNC, permite cierta flexibilidad para absorber la demanda. Sin embargo, la infraestructura de GNC está concentrada mayoritariamente en zonas urbanas y suburbanas, mientras que en el interior rural o en provincias del sur, la cobertura sigue siendo escasa. Esto influye en las decisiones de compra de vehículos y en los costos operativos de muchas flotas de transporte.
La evolución del parque automotor argentino también plantea interrogantes sobre la capacidad de respuesta de la red. En las últimas décadas, el número de vehículos creció de manera sostenida, impulsado por el acceso al crédito, el uso comercial del automóvil y el aumento de motos y utilitarios. Sin embargo, la cantidad de estaciones creció a un ritmo menor, estabilizándose en torno a las 5.000 bocas desde hace varios años.
Por otra parte, la transición hacia una movilidad más limpia, con un incipiente ingreso de autos eléctricos e híbridos, comienza a modificar el perfil de demanda en algunos sectores. Aunque todavía en una etapa temprana, la expansión de cargadores eléctricos plantea el desafío de integrar nuevas formas de abastecimiento a la red tradicional.
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