El desarrollo de los vehículos eléctricos e híbridos no tiene hoy un impacto cuantificable sobre los volúmenes de venta de nafta, gasoil o GNC. Sin embargo, a diferencia de años anteriores, el fenómeno dejó de ser percibido como una tendencia lejana y empezó a incorporarse en la planificación estratégica del sector, especialmente a partir de señales de política pública y del crecimiento sostenido —aunque bajo— de los patentamientos.
Según datos del Sistema de Información Online del Mercado Automotor de Argentina (SIOMAA), durante el primer semestre de 2025 se patentaron 12.355 vehículos electrificados, entre eléctricos puros, híbridos e híbridos suaves. Si bien el número representa un crecimiento interanual relevante, equivale a apenas alrededor del 4 por ciento del total de vehículos cero kilómetro vendidos, una participación muy inferior a la observada en mercados como Uruguay.
Para los estacioneros, el dato central no es el volumen actual sino el cambio de lógica que introduce la electromovilidad. A diferencia del combustible tradicional, la carga eléctrica plantea interrogantes sobre precios, tiempos de permanencia, certificación de la energía vendida y rentabilidad del servicio, en un contexto donde todavía no existe un marco regulatorio claro.
Desde la Federación de Entidades de Combustibles y Afines, su presidente Hernán Landgrebe, reconoció que la expansión de estas tecnologías implica un desafío directo para el negocio histórico de las estaciones. “Entendemos que influirá directamente: a mayor cantidad de vehículos eléctricos e híbridos, habrá un menor consumo de combustibles líquidos y gaseosos”, advirtió.
No obstante, el dirigente subrayó que la realidad argentina impone un ritmo diferente al de otros países. “La coyuntura favorecería la ampliación del GNC versus los motores pesados gasoleros, por una conveniencia como país”, opinó en diálogo con Surtidores, por lo que considera que la adopción será muy gradual.
“La movilidad eléctrica tiene asuntos que resolver, como las instalaciones confiables. Recordemos que en Argentina hasta no hace mucho tiempo no había energía o infraestructura, ni siquiera para el cliente residencial”, agregó.
Por su parte, la preocupación por el modelo de negocio también se replica en el interior del país. Miguel Caruso, presidente de la Cámara de Expendedores de San Juan, afirmó que hoy la electromovilidad no altera la operatoria diaria de las estaciones, pero sí abre interrogantes a futuro. “Falta mucha infraestructura todavía”, sostuvo, y explicó que la presencia de vehículos eléctricos sigue siendo muy reducida fuera de los grandes centros urbanos.
Sin embargo, advirtió que, si la carga eléctrica avanza, las Estaciones de Servicio deberán ocupar un lugar central. “Entendemos que los puntos de carga tienen que estar en lugares protegidos, y las Estaciones de Servicio son el lugar propicio”, manifestó en referencia tanto a la seguridad operativa como al control.
Desde esa mirada, el dirigente sanjuanino planteó que la transición energética local debería apoyarse en los recursos disponibles. “Nosotros creemos que la transición energética hay que hacerla en base al GNC y no en autos eléctricos”, expresó, marcando una diferencia con los modelos de otros países.
UN NEGOCIO QUE SE TRANSFORMA, AÚN SIN IMPACTO INMEDIATO
Más allá del bajo nivel de adopción actual, la electromovilidad obliga a repensar el rol de las Estaciones de Servicio. La eventual incorporación de cargadores eléctricos no solo implica inversiones relevantes, sino también redefinir el tiempo de permanencia del cliente, la oferta de servicios complementarios y la estructura de costos, en un escenario donde la venta de energía eléctrica no replica la lógica del surtidor.
En paralelo, algunas jurisdicciones comenzaron a impulsar políticas públicas que refuerzan este debate. En CABA, el Banco Ciudad lanzó líneas de crédito para taxis, remises y motos de delivery eléctricos, junto con exenciones impositivas y medidas para facilitar la instalación de puntos de carga. A nivel nacional, la eliminación de aranceles de importación para un cupo de vehículos eléctricos e híbridos busca reducir barreras de acceso, aunque sin generar todavía un impacto significativo en la demanda de combustibles.
En ese marco, la principal preocupación de los estacioneros no pasa por una sustitución inmediata del negocio, sino por anticipar un escenario de convivencia entre tecnologías. Aunque la electromovilidad todavía no mueve el surtidor, sí empieza a mover las decisiones estratégicas de un sector que observa con atención cómo adaptarse sin perder centralidad en la cadena de la movilidad.













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