La reelección de Donald Trump, perfila un nuevo escenario de ajustes para el sector energético. El retorno de Trump a la Casa Blanca promete un giro en las políticas de transición energética, priorizando el fomento a los hidrocarburos y el impulso a la producción de gas y petróleo. Este cambio podría representar tanto oportunidades como desafíos para México, un país cuya economía y sistema energético están profundamente conectados con el mercado estadounidense.
En este contexto, Alejandro Montufar, CEO de PetroIntelligence, en conversación con Surtidores Latam analizó cómo la política energética de Trump podría impactar en el suministro de combustibles, el desarrollo de infraestructura de gas natural y la transición hacia energías renovables.
Montufar subrayó que México “podría beneficiarse en el corto plazo debido a la posibilidad de una mayor producción de combustibles y refinación en Estados Unidos, lo cual se traduciría en un suministro continuo y estable de gasolina para el mercado mexicano”.
Durante la administración anterior en Estados Unidos, se impusieron restricciones en las exportaciones de gas natural licuado, obstaculizando proyectos de gran importancia en Baja California, Sonora y Tamaulipas. Con el posible levantamiento de estas restricciones bajo Trump, México podría experimentar un impulso en sus proyectos de gas natural, considerado a menudo como el «combustible de transición”.
Sin embargo, Montufar advirtió que una eventual desaceleración en el apoyo estadounidense a las energías limpias podría tener repercusiones en el desarrollo de proyectos sostenibles en México, considerando que la inversión en renovables ha sido prioritaria bajo el enfoque de políticas fiscales de la administración de Biden.
Asimismo, la reciente reforma constitucional impulsada por el gobierno mexicano para priorizar a empresas públicas como Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) también genera inquietud respecto a la competencia en el sector energético.
Este cambio propone un enfoque más social en lugar de uno de rentabilidad, lo cual podría afectar la competitividad en el sector privado y, en última instancia, el abastecimiento y los costos de energía para los consumidores.
Por otro lado, el experto señaló: “Este beneficio de mayor producto de hidrocarburos y petrolíferos conlleva externalidades negativas en el tema de la salud, la contaminación”, afirmó. A medida que se expanda la producción en Estados Unidos, es probable que aumenten los niveles de contaminación, afectando no solo a la región sino también a México en términos de calidad del aire y salud pública.
Aunque el panorama actual apunta a beneficios en términos de estabilidad de suministro e inversión en infraestructura, Montufar advirtió que estos efectos positivos en el sector energético podrían ser temporales y condicionados a las decisiones políticas que se tomen en ambos países en los próximos años.
Montufar concluyó que es crucial seguir de cerca cómo evolucionarán estas políticas, tanto en Estados Unidos como en México, para prever y enfrentar los retos que puedan surgir en el camino hacia una transición energética sostenible.
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