El Perú comenzó hace algunos años a dar pasos más decididos hacia la transición energética en el transporte. En medio de los esfuerzos por reducir las emisiones y modernizar la flota vehicular, los Grifos y Estaciones de Servicios se perfilan como actores clave en el nuevo ecosistema de la electromovilidad.
En ese sentido, los especialistas coinciden en punto: ya no se trata solo de abastecer combustibles líquidos o gaseosos: ahora deberán ofrecer electricidad y, con ella, una experiencia adaptada a las nuevas necesidades del conductor eléctrico.
El mercado eléctrico vehicular peruano, aunque aún incipiente en comparación con otros países de la región, ha mostrado señales claras de crecimiento. El anuncio a finales de 2024 del Ministerio de Transportes, que busca priorizar el uso de autos eléctricos en los sectores de taxis y buses, abrió una ventana de oportunidad, pero también de desafíos para el modelo tradicional de Estaciones de Servicio.
Bruno Mazzotti Gamarra, gerente comercial de Germania Automotriz SAC, taller especializado en servicio posventa de vehículos eléctricos, analizó este panorama en diálogo con Surtidores LATAM.
“El ministro de Transportes comentó que sobre todo se va a incentivar la venta de automóviles eléctricos para taxi y buses eléctricos. Entonces las Estaciones de servicio van a tener demanda de electricidad por los autos de taxistas que en promedio recorren 200 km diarios en una jornada de trabajo”, explicó.
Mazzotti Gamarra señaló que muchos de estos conductores, especialmente los taxistas, no contarán con la posibilidad de instalar cargadores en sus domicilios debido a limitaciones técnicas o económicas. Por lo tanto, recurrirán a las electrolineras públicas como única opción viable para mantener sus unidades operativas.
Para el caso de los buses eléctricos, el reto es aún mayor. “En sus estaciones, los empresarios del sector tendrán que poner un patio de electrolineras para cargarlos antes de sus salidas”, comentó, haciendo referencia a la necesidad de infraestructura robusta y planificación logística que permita que estas unidades inicien sus recorridos diarios con autonomía suficiente.
Pero la adaptación no se limita a instalar cargadores. El especialista advirtió que también será fundamental repensar la oferta ya que los tiempos de carga de entre 30 y 60 minutos hacen que este tiempo de espera sea ideal para generar ingresos adicionales mediante cafeterías, tiendas de conveniencia u otros servicios pensados para el conductor urbano. “Deberán ofrecer servicios y productos económicos para taxistas mientras cargan sus baterías”, concluyó Mazzoti Gamarra.
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