Los biocombustibles podrían convertirse en un aliado clave para la transición energética del Perú, al ofrecer una alternativa más limpia sin requerir grandes transformaciones en la infraestructura de las estaciones de servicio.
Así lo consideró Daniel Cabrera Ortega, consultor en gestión empresarial y experto con años de experiencia en el sector de combustibles, quien resaltó en diálogo con Surtidores LATAM que esta opción permitiría mantener la operatividad de los surtidores y extender la vida útil de los vehículos a combustión sin generar contaminación.
“Una de las grandes ventajas de los biocombustibles es que las estaciones de servicio no tendrían que cambiar su formato ni su manera de operar”, explicó Cabrera Ortega.
“Los autos a combustión podrían continuar en el futuro, pero utilizando un combustible más limpio. Sin embargo, en el Perú este vector energético no está desarrollado porque no hay un marco integral ni una legislación que lo soporte”, advirtió.
El especialista observó que en países como Argentina y Brasil, la producción y uso de biocombustibles están más avanzados gracias a políticas públicas y al aprovechamiento de recursos locales como aceites y etanol. “En Argentina, por ejemplo, hay una gran producción de aceites; y en Brasil, de etanol. Incluso en lugares como España existen campañas que incentivan el reciclaje: si llevas tu litro de aceite usado, obtienes un descuento en el precio del combustible. Ese tipo de modelos muestran cómo se puede articular sostenibilidad con incentivos reales para la población”, comentó.
En contraste, Cabrera Ortega lamentó que el reciclaje en el Perú siga siendo limitado, especialmente a nivel doméstico. “En nuestro país, el reciclaje de aceite de cocina es mínimo. Lo que existe se da sobre todo entre los grandes restaurantes, pero el uso masivo termina en los desagües, generando contaminación. Es un ejemplo de oportunidad perdida”, señaló.
Consultado sobre la electromovilidad, el experto reconoce avances, pero aclara que aún son insuficientes para que las estaciones de servicio adapten sus operaciones. “El parque automotor eléctrico creció en porcentaje, pero no en cantidad suficiente. Además, el Perú es un país importador de autos, por lo que su transición dependerá de cómo evolucionen las grandes fábricas del hemisferio norte, que ya trabajan con fuerza en motores eléctricos, de hidrógeno y biocombustibles”, afirma.
Cabrera Ortega también resalta que los países del hemisferio norte avanzan decididamente hacia el cambio de su matriz energética, aunque no siempre cumplan sus metas ambientales. “Inglaterra, por ejemplo, vendió por primera vez más energía eólica que proveniente de combustibles fósiles en el primer trimestre de 2024. Incluso China, pese a su consumo de carbón, impulsa el desarrollo de plantas nucleares para reemplazarlo. Esa transformación es innegable”, enfatiza.
Sin embargo, advierte que la región latinoamericana enfrenta retos estructurales y fiscales que complican su propia transición. “Cuando hay sequía y baja la generación hidroeléctrica, países como Colombia, Ecuador y el Perú deben recurrir al diésel o al gas natural para mantener el suministro eléctrico. Eso demuestra que seguimos dependiendo de los combustibles fósiles”, apunta.
Finalmente, el consultor pone el foco en un aspecto clave: el impacto fiscal de abandonar la gasolina y el diésel. “La caja fiscal peruana depende en gran medida de los impuestos a estos combustibles. Si se deja de depender de ellos sin una política clara, el déficit fiscal podría agravarse. Y si se decide trasladar el impuesto a las nuevas energías, debe hacerse con cuidado, porque decisiones mal diseñadas pueden ahuyentar inversiones, como ocurrió en España, cuando Repsol decidió mudar un proyecto de hidrógeno a Francia ante un nuevo impuesto”, sostuvo Cabrera Ortega. “Si el Estado quiere fomentar la transición energética, debe ofrecer reglas claras y separar su rol de recaudador del de promotor del desarrollo energético sostenible”, concluyó.
0 comentarios