En un contexto marcado por la transición hacia modelos energéticos más sostenibles, los oleoductos se perfilan como elementos importantes en el proceso de descarbonización. Estas infraestructuras, tradicionalmente dedicadas al transporte de petróleo y gas natural, están siendo rediseñadas para enfrentar los desafíos de un mundo con menores emisiones de carbono.
En este escenario, Trustwell Energy, líder en soluciones energéticas, se posiciona a la vanguardia de esta transformación, impulsando innovaciones que ayudan a la industria a cumplir con los objetivos climáticos globales.
Malvin Delgado, CEO de Trustwell Energy, explicó a Surtidores Latam que la capacidad de adaptación de estas redes es fundamental para garantizar la sostenibilidad futura. “Siguen siendo un componente vital, pero la urgencia del cambio climático y los nuevos compromisos ambientales exigen que evolucionen”, afirmó.
Desde las etapas de extracción hasta la distribución, Delgado destacó la necesidad de modernizar estos sistemas para cumplir con regulaciones más estrictas, optimizar su eficiencia operativa y avanzar hacia un futuro más limpio.
Los retos en esta transformación son complejos. Muchas redes envejecidas enfrentan problemas como la corrosión, lo que aumenta el riesgo de fallas operativas. Al mismo tiempo, la integración de combustibles alternativos, como el hidrógeno o los biocombustibles, requiere una reconfiguración significativa de estas estructuras diseñadas originalmente para hidrocarburos tradicionales.
La implementación de tecnologías avanzadas de monitoreo, como sensores IoT y análisis predictivo, se presenta como una solución efectiva para identificar problemas de manera temprana y reducir el impacto ambiental de las operaciones.
A pesar de las dificultades, los avances en materiales y técnicas de construcción ofrecen oportunidades prometedoras. Según Delgado, el uso de aleaciones resistentes a la corrosión y revestimientos compatibles con hidrógeno no solo extiende la vida útil de las tuberías, sino que también facilita su adaptación a los nuevos requerimientos del sector energético.
Proyectos piloto a nivel global, como los desarrollados en Alemania y Australia para el transporte de H2, demuestran que la transición hacia redes más eficientes y sostenibles no solo es posible, sino también rentable.
En palabras de Delgado: “La capacidad de adaptación de estas infraestructuras no es sólo un imperativo técnico, sino también una responsabilidad hacia las generaciones venideras”.
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