Diagrama de un motor de combustión interna destacando el lubricante, combustible, aire y refrigerante

Diagrama de un motor de combustión interna destacando el lubricante, combustible, aire y refrigerante

Latam.
30 Abr, 2025
Análisis. Opinión: los 4 fantásticos de la combustión interna
Aunque suelen verse como insumos separados, el lubricante, el combustible, el aire y el refrigerante actúan como un sistema interdependiente en el motor. Ignorar la calidad o el estado de alguno de ellos puede convertir a estos aliados en los principales enemigos de la confiabilidad mecánica.

En el corazón de toda máquina con motor de combustión interna, ya sea diésel o gasolina, habitan cuatro elementos fundamentales: el lubricante, el combustible, el aire y el refrigerante. Cada uno cumple una función vital e irremplazable. Sin embargo, comparten una característica que suele subestimarse: todos son susceptibles a la contaminación, y esa vulnerabilidad puede comprometer seriamente el desempeño del conjunto.

No se trata solo de que un combustible impuro ocasione fallos. Si, por ejemplo, el diésel está contaminado, puede generar un efecto en cadena que termina afectando la calidad del lubricante. Y un lubricante deteriorado no solo pierde su capacidad para proteger, sino que puede convertirse en un factor que acelera el desgaste de las piezas internas del motor. Así, lo que parece un problema aislado se transforma rápidamente en un conflicto sistémico.

Lo mismo ocurre con el aire que alimenta la combustión. Un filtro de aire descuidado, que permite el ingreso de partículas o humedad, afecta directamente la eficiencia del proceso. La pureza del refrigerante también es crítica. Si no cumple con las especificaciones ideales, no solo se compromete el control térmico del motor, sino que se degrada más rápido el lubricante, acelerando el ciclo de daño.

Cada uno de estos fluidos tiene una función clara en el sistema, pero ninguno actúa de forma independiente. Juntos, forman un equipo. Por eso, me gusta compararlos con funciones vitales del cuerpo humano: el combustible es el alimento, el lubricante es la sangre, el aire es lo que respiramos, y el refrigerante es el sistema que mantiene nuestra temperatura estable. Son, en definitiva, los “cuatro fantásticos” de la combustión.

Pero también pueden ser los “cuatro jinetes del Apocalipsis de la confiabilidad” si son ignorados o mal gestionados. Y eso ocurre con frecuencia. Uno de los errores más comunes entre administradores de mantenimiento o responsables de flotas es restarles importancia de forma individual, sin verlos como un conjunto interdependiente. Esta visión parcializada lleva a decisiones técnicas erróneas que terminan afectando la productividad y aumentando los costos operativos.

En muchos países en desarrollo, este problema se acentúa por la baja calidad de algunos insumos. Combustibles con exceso de agua o partículas, lubricantes que no cumplen los estándares requeridos por el fabricante, o refrigerantes alterados, son parte del día a día en muchas operaciones. Esto conlleva consecuencias como la corrosión, la proliferación de microorganismos o la pérdida de eficiencia en la combustión.

En ese contexto, normas como la ISO 4406, que establece niveles aceptables de contaminación por partículas en los fluidos, deben verse como herramientas claves para elevar el estándar de operación. Asegurar que cada fluido esté limpio, puro y en condiciones óptimas es parte de una estrategia de mantenimiento que no solo cuida la máquina, sino también la inversión.

Porque al final, si estos cuatro elementos están alineados con los requerimientos del equipo, la máquina podrá alcanzar su máximo potencial. Pero si se ignora su importancia o se descuida su calidad, lo que parecía un motor robusto se convertirá en una fuente constante de problemas.

Alexander Fique, especialista en combustibles y lubricantes.

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