El conflicto en Medio Oriente reactivó la volatilidad en los mercados energéticos internacionales, con efectos inmediatos en el precio del petróleo y consecuencias de corto y mediano plazo para economías como la mexicana. Desde su mirada técnica, Isidro Fernández experto del sector gasolinero y Director Ejecutivo de IFENERGHI, planteó a Surtidores Latam un escenario de contrastes, ya que mientras se anticipan beneficios temporales para las finanzas públicas, también se encienden alertas por la presión inflacionaria y la falta de condiciones para alcanzar la tan mencionada soberanía energética.
Desde el inicio de las hostilidades en la región, el precio del crudo ha experimentado un aumento significativo. “El Brent se ubicó cerca de los 77 dólares y la mezcla mexicana ronda entre los 67 y 70 dólares por barril”, señaló Fernández. Aunque al día de hoy, hay un alto al fuego, el especialista advirtió que si el conflicto resurge y, por ejemplo, llegará a bloquearse el Estrecho de Ormuz, el precio podría trepar aún más.
“Se estimaría un alza adicional de 10 dólares, y podría llegar incluso a los 120, lo que marcaría el inicio de una nueva crisis energética”, apuntó.
Este contexto, explicó, ofrece efectos divididos para México. En lo positivo, la suba de los precios internacionales del crudo podría traducirse en mayores ingresos para Pemex y una mejora temporal en el superávit energético. “Estos extras ayudarían a compensar la caída en producción y exportación de petróleo, fortaleciendo incluso al peso en el corto plazo”, mencionó.
Sin embargo, los riesgos no tardan en aparecer. Fernández advirtió que un aumento sostenido del crudo podría traducirse en mayores costos de los combustibles a nivel local. “Eso tendría un impacto directo en el transporte y en los alimentos, presionando la inflación en un momento donde el entorno global de tasas elevadas limita la capacidad del Banco de México para flexibilizar el crédito”, sostuvo.
Según su visión, una inflación persistente y un tipo de cambio presionado pueden contrarrestar cualquier ganancia coyuntural. “La estabilidad cambiaria dependerá de factores exógenos: si el conflicto escala o si la Reserva Federal retrasa la baja de tasas, el dólar se fortalecerá y el peso podría debilitarse aún más”, agregó.
Consultado sobre el avance hacia la soberanía energética, Fernández fue categórico: “México todavía está lejos de hablar de independencia energética. A pesar de la construcción de nuevas refinerías como Olmeca y la operación de Deer Park, seguimos teniendo una fuerte dependencia del gas natural, sobre todo para la generación eléctrica”.
También se refirió a las limitaciones internas que enfrenta el sector, especialmente en materia regulatoria. Aunque recientemente se levantó la suspensión de plazos administrativos en la Comisión Reguladora de Energía (CRE), todavía no se pueden solicitar nuevos permisos para Estaciones de
Servicio. “La publicación de nuevos reglamentos sigue pendiente y eso impide que se tramiten solicitudes. Desde marzo no se ha otorgado ningún permiso nuevo, lo que frena la expansión y genera incertidumbre en el sector”, explicó.
En este contexto, el Director Ejecutivo de IFENERGHI insistió en que el escenario para los próximos meses será retador. “Aunque haya ingresos petroleros por encima de lo presupuestado, estos no serán suficientes para contrarrestar el impacto de una inflación alta, un tipo de cambio vulnerable y un entorno económico internacional desfavorable”, comentó.
“Hay que asumir que estamos frente a una economía más incierta. La clave será diversificar riesgos, fortalecer las estructuras financieras y estar atentos a cualquier cambio normativo que pueda afectar su operación”, concluyó.
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