La dinámica del mercado de combustibles en Paraguay atraviesa un momento de alta sensibilidad. La rebaja de hasta G. 300 por litro aplicada por Petropar en naftas y diésel, anunciada a inicios de semana, generó un reajuste inmediato por parte de los emblemas privados, que se vieron obligados a acompañar la baja para sostener la competitividad en el surtidor. Este movimiento ocurre mientras países vecinos como Argentina y Brasil experimentan incrementos en los precios, lo que marca un contraste regional relevante.
La Asociación Paraguaya de Estaciones de Servicio expresó su inquietud por el sostenido descenso de precios impulsado desde la estatal, señalando que la situación afecta tanto la rentabilidad de los operadores privados como la estabilidad de toda la cadena de comercialización.
Según el gremio, más de cien servicentros cerraron en los últimos dos años debido a la dificultad de sostener la operación en un escenario de márgenes comprimidos y alta volatilidad.
Para Apesa, la problemática no se limita al efecto inmediato en los precios, sino también a las repercusiones estructurales. Cada Estación de Servicio emplea entre ocho y diez personas de manera directa, además de tener un impacto significativo en servicios tercerizados, logística y comercios asociados. El cierre de puntos de venta, advierten, genera un impacto que trasciende al propio operador.
El presidente del gremio, Víctor Yambay, remarcó que la falta de previsibilidad es uno de los factores que más afectan al negocio, en un rubro donde la planificación resulta fundamental. Para muchos operadores, la estabilidad del mercado es fundamental para sostener inversiones, especialmente en un contexto en el que las tiendas de conveniencia, lubricantes y servicios adicionales se han transformado en pilares importantes para el equilibrio financiero de las estaciones.
La estatal también se encuentra bajo la mirada del sector. Parte del debate gira en torno a su sostenibilidad financiera y a la necesidad de garantizar que los precios responden a fundamentos técnicos, considerando variables como costos de importación, tipo de cambio, fletes y condiciones de navegabilidad de los ríos. De hecho, el país podría enfrentar nuevamente un periodo de baja navegabilidad en los próximos meses, lo que encarecería el transporte y presionaría al alza el costo final de los combustibles.
En este escenario, tanto operadores privados como consumidores se ven expuestos a oscilaciones que complican la planificación y el comportamiento del mercado. Para Apesa, la clave está en generar espacios de diálogo y mecanismos que permitan decisiones consensuadas, con reglas claras y previsibles para todos los actores.













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