Durante los primeros seis meses de 2025, el mercado de combustibles en Costa Rica estuvo atravesado por una combinación de factores económicos, sociales y geopolíticos que alteraron los patrones de consumo y la evolución de precios. Con la regulación tarifaria de ARESEP, los consumidores sintieron de manera directa las fluctuaciones internacionales y los cambios internos en la demanda.
Uno de los datos más llamativos del semestre fue el aumento generalizado en el consumo de combustibles: el diésel creció un 4 %, la gasolina súper un 7 % y el gas licuado de petróleo (GLP) otro 4 %. En contraste, la gasolina regular fue la única que mostró una caída, con un descenso del 3 %. Esta dinámica sugiere no sólo una recuperación de la economía nacional, sino también una modificación en las preferencias de los consumidores, que comienzan a priorizar productos percibidos como más eficientes o adecuados a sus necesidades.
El repunte en el uso de combustibles está fuertemente ligado al mayor dinamismo en sectores como comercio, manufactura y servicios. Desde la Cámara de Empresarios del Combustible explicaron a Surtidores Latam que la recuperación de la presencialidad en ámbitos laborales y educativos, así como el buen desempeño de la temporada alta de turismo, impulsaron el transporte privado y de carga. Además, el crecimiento del parque vehicular fue un factor importante, ya que solo en 2024 se incorporaron más de 170.000 vehículos nuevos, lo que intensificó la movilidad y, con ello, la demanda de combustibles fósiles.
Asimismo, la disminución en el uso de gasolina regular responde a una combinación de causas. Según fuentes del sector, los consumidores estarían migrando hacia alternativas que consideran más eficientes o con mayor rendimiento, como el diésel o la gasolina súper. A esto se suman cambios tecnológicos en los vehículos y una percepción creciente sobre el valor de otros combustibles.
A nivel internacional, el precio del petróleo se vio afectado por tensiones geopolíticas, principalmente en Medio Oriente, y fenómenos climáticos extremos. A esto se sumó la reducción de reservas estratégicas en países centrales como Estados Unidos, lo que limitó la capacidad de respuesta ante aumentos en la demanda global. Estos factores se trasladaron al mercado local y se reflejaron en las Estaciones de Servicio: los precios se elevaron entre febrero y marzo, pero comenzaron a descender hacia junio, en especial en el caso del diésel, que pasó de alrededor de ₡590 por litro a menos de ₡550.
Este descenso en el precio del diésel coincidió con su mayor consumo, reflejando una respuesta sensible de los sectores industriales y de transporte a los cambios tarifarios. Las gasolinas RON 91 y RON 95 también registraron una curva similar: aumento en los primeros meses del año y una baja hacia mitad de año. Esta evolución pudo haber incentivado el alza en el uso de gasolina súper, mientras que la regular quedó rezagada frente a otras opciones.
Desde la Cámara de Empresarios del Combustible aseguraron que continuarán monitoreando el comportamiento del mercado para mantener informados a sus asociados y apoyar al sector en la toma de decisiones. Reafirmaron, además, su compromiso con la eficiencia y la transparencia, reconociendo el papel esencial que juegan los combustibles en la movilidad y el desarrollo económico del país.
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