En América Latina, el acceso al combustible no solo depende del precio o la oferta de las petroleras, sino también de la cantidad, distribución y eficiencia de las Estaciones de Servicio. Un reciente informe elaborado por la UNVENU y difundido por el presidente de la Confederación Latinoamericana de Empresarios de Combustibles, Carlos Gold, en la Cumbre de Estaciones de Servicio, pone en números una realidad dispar: el promedio regional indica que hay una estación cada 11.212 habitantes, pero las diferencias entre países son abismales.
Paraguay encabeza el ranking con la mejor relación entre habitantes y estaciones: cuenta con una cada 3.052 personas. Le siguen Brasil, Perú y Uruguay, con indicadores que oscilan entre los 5.057 y 7.202 habitantes por estación. En el extremo opuesto, Bolivia aparece como el país con mayor saturación poblacional por punto de venta: 23.275 habitantes por estación. Venezuela y Ecuador también enfrentan altos niveles de concentración, lo que limita el acceso al servicio y genera cuellos de botella en la distribución.
Argentina se ubica en una posición intermedia: hay una estación de servicio cada 8.734 habitantes, un valor superior al promedio regional. El país cuenta con 5.274 estaciones para una población de más de 46 millones de personas. Aunque a simple vista el número no parece crítico, sí lo es al analizar la productividad de cada punto de venta: las estaciones argentinas despachan, en promedio, unos 270 mil litros por mes, una cifra baja en comparación con países como México (430 mil litros), Ecuador (500 mil) o Bolivia (500 mil).
Este dato adquiere especial relevancia si se tiene en cuenta que la rentabilidad de una Estación de Servicio depende en gran medida del volumen de ventas. Un establecimiento con baja rotación de combustible debe afrontar los mismos costos operativos —salarios, mantenimiento, impuestos— que una de alto volumen, pero con ingresos mucho más ajustados. En este contexto, el negocio se vuelve cada vez más difícil para los pequeños y medianos operadores.
La dispersión de los números en América Latina responde a múltiples factores, desde la geografía y densidad poblacional hasta el modelo energético de cada país. Brasil, por ejemplo, con más de 42.000 estaciones, logró una cobertura territorial amplia gracias a una política de expansión sostenida del sector privado. En cambio, en países como Bolivia o Venezuela, el bajo número de estaciones y los problemas de abastecimiento revelan una combinación de crisis estructural y falta de inversión.
Otro caso llamativo es el de Chile, donde la alta concentración de la población en zonas urbanas y la escasa competencia en el sector han llevado a una relación de 10.841 habitantes por estación. Pese a esto, cada punto de venta logra despachar unos 320 mil litros al mes, lo que muestra una mayor eficiencia comercial respecto a Argentina.
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