Se estima que tres de cada diez litros que circulan en el mercado nacional están adulterados, principalmente con alcoholes u otras sustancias que deterioran el rendimiento de los motores. Sin embargo, no solo los automovilistas sufren las consecuencias, ya que las Estaciones de Servicio también pagan un alto precio por este fenómeno, con daños directos a su infraestructura y a su reputación.
Según empresarios del sector, la adulteración no es un problema aislado ni de fácil detección. Aunque algunas gasolineras fueron sorprendidas expendiendo mezclas ilegales, desde la Asociación Mexicana de Proveedores de Estaciones de Servicio aseguran que la mayoría de los distribuidores son víctimas de una red más compleja. Su presidenta, Alicia Zazueta, apuntó hacia un eslabón crítico en la cadena: el tramo que va desde la Terminal de Abasto y Distribución de Pemex hasta los distribuidores finales.


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Leer másZazueta explicó a Surtidores Latam, que el producto suele salir en buenas condiciones desde las instalaciones de Pemex, con documentación en regla y calidad garantizada. El problema ocurre cuando las pipas son desviadas hacia patios irregulares, conocidos como puntos de trasvase, donde se realiza la manipulación del combustible. “La mezcla no ocurre en Pemex, sino en estos sitios donde extraen parte del combustible legal y lo sustituyen con alcohol u otros productos”, detalló.


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Leer másLo más alarmante es que, pese a la adulteración, el combustible mantiene su documentación intacta. Esto significa que ni los empresarios ni las autoridades logran detectarlo fácilmente. Los propios expendedores señalan que muchas veces el problema se revela recién cuando un cliente vuelve a reclamar por el mal funcionamiento de su vehículo.
En este sentido, los emblemas deben enfrentar consecuencias mecánicas costosas como filtros saturados, tanques fisurados, tuberías corroídas y pistolas de carga deterioradas, entre otros perjuicios. Para hacer frente a esto, varios puntos de venta optaron por aumentar sus controles internos, incluyendo pruebas de laboratorio más rigurosas que las exigidas por la norma oficial mexicana.
A nivel nacional, las entidades con mayor incidencia de estas prácticas son Puebla, Hidalgo y Querétaro. En estas zonas, fuerzas como la Guardia Nacional y la Fiscalía General de la República intensificaron operativos, identificando focos rojos y clausurando patios ilegales.
Desde AMPES reconocen los avances del gobierno federal, sobre todo en lo que respecta a las inspecciones en aduanas y centros de trasvase. No obstante, insisten en que la supervisión debe enfocarse especialmente en la logística intermedia, donde la manipulación del combustible parece haberse profesionalizado. “Una pipa de 20 mil litros puede ser parcialmente vaciada y rellenada con alcoholes. Luego, ese combustible adulterado vuelve al mercado como si nada hubiera pasado”, sostuvo Zazueta.
Pese al contexto adverso, el sector no sufrió desabasto. De hecho, las estaciones reportan un suministro estable y mejores márgenes de ganancia desde que Pemex fijó topes en los precios de venta. No obstante, la sombra del combustible adulterado persiste, amenazando no solo a los automovilistas, sino a toda la cadena legal que trabaja por sostener el mercado energético mexicano.
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