El precio del crudo volvió a moverse y, con él, se reajustó el tablero de los combustibles en México. Mayores cotizaciones internacionales prometen oxígeno a Petróleos Mexicanos, pero también presionan los precios internos de gasolinas y diésel, en un contexto de inflación persistente y margen de maniobra limitado para el Banco de México. En la calle, ese cóctel se traduce en costos operativos más altos para el transporte y en cuentas más apretadas para las estaciones de servicio que sostienen la logística diaria del país.
Isidro Fernández, director general de Ifenerghi Consultores y Abogados, expresó a Surtidores Latam que el alza del crudo es como una palanca ambivalente. Por un lado, reconoció que podría apuntalar los ingresos de la petrolera estatal; por el otro, advirtió que, de mantenerse, terminaría encareciendo los hidrocarburos en el mercado local.
Bajo un esquema de control de precios, explicó, esa tensión acaba golpeando la rentabilidad, e incluso la viabilidad, de muchas gasolineras, con efecto dominó sobre la cadena de movilidad.
El marco regulatorio no ayuda a despejar las dudas. Aún está pendiente la publicación del Reglamento de la Ley de Hidrocarburos, pieza clave para operar con reglas claras. Sin esa norma, persisten vacíos procedimentales y se diluye la certeza jurídica que requieren quienes transportan, almacenan y expenden combustibles. Fernández subrayó que el Reglamento no sólo ordena la interpretación de la Ley, también destraba trámites y da operatividad a los procesos cotidianos del negocio.
Pese a las sombras, el ejecutivo valoró señales de cooperación. Destacó la coordinación entre Pemex y el sector privado para sostener el abasto nacional de gasolinas y diésel, así como el esfuerzo gubernamental contra el mercado ilícito de combustibles, con resultados que, afirmó, ya se reflejan en decomisos relevantes.
Aun así, consideró indispensable que los reguladores aceleren autorizaciones vinculadas al transporte, sobre todo para enfrentar cuellos de botella en la “última milla”, y que avancen en la regularización de instalaciones de autoconsumo que hoy distorsionan la competencia y afectan al mercado formal.
Para los próximos meses, Fernández resumió la estrategia en dos palabras: resiliencia y profesionalización. A su juicio, el entorno duro puede convertirse en una oportunidad para elevar estándares y nivelar la cancha. IFENERGHI, mencionó que el impulso a la regularización no debe leerse como una traba, sino como un instrumento para operar con certidumbre y competir en condiciones simétricas.
La improvisación dejó de ser una opción en un negocio cada vez más escrutado. Cumplir obligaciones “en tiempo y forma” y, sobre todo, contar con evidencias sólidas de ese cumplimiento es lo que permite sostener operaciones sin interrupciones y blindar la cadena de suministro que mueve personas y mercancías en todo el país.
En esa línea, el especialista extendió una invitación para seguir ordenando la agenda: Expogas Monterrey. El 4 de septiembre, operadores, reguladores y proveedores se reunirán para revisar el estado de la regulación del sector gasolinero, intercambiar experiencias sobre logística y seguridad, y trazar rutas concretas para la competitividad.
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