En un país donde el precio de la gasolina se ha convertido en un tema de debate constante, la desinformación suele distorsionar la realidad. En este sentido, Ramses Pech, especialista en el sector energético, señaló a Surtidores Latam, que gran parte de la confusión actual proviene de cómo se comunica el costo del combustible: «El concepto de ‘gasolinazo’ ha sido usado indiscriminadamente sin comprender la estructura real del precio. Esto genera una desconexión entre lo que paga el consumidor y los factores que realmente influyen», aseguró Pech.
Ante esto, el experto explicó que el valor de la gasolina se construye a partir de tres factores principales. El 40 % lo controla el gobierno mediante impuestos como el IEPS (Impuesto Especial sobre Producción y Servicios), mientras que el 52 % depende del mercado, incluyendo costos de refinación y transporte. El 8 % restante corresponde a las Estaciones de Servicio, cuya utilidad neta ronda apenas entre el 1.5 % y el 2.5 % por litro vendido.
«Cuando el consumidor paga por cada litro, solo una pequeña fracción llega directamente a los concesionarios de estaciones, lo que deja claro que las verdaderas ganancias están en otro lugar», explicó.
El término «gasolinazo» tiene su origen en 2014, cuando se implementaron incrementos mensuales para reflejar los costos reales de producción o importación. Estos ajustes permitieron introducir el IEPS en 2015, un impuesto que ha generado ingresos considerables para las arcas públicas, tanto federales como estatales. Sin embargo, Pech advirtió que eliminar este impuesto sería inviable en la actualidad, ya que representa más de 380 mil millones de pesos anuales para el presupuesto nacional.
Por otro lado, aunque en los últimos años se han aplicado subas, Pech aclaró que no se trata de decisiones unilaterales del gobierno, sino que esto responde a una fórmula derivada de la reforma energética de 2014, que ajusta el IEPS en función de la inflación anual y las condiciones del mercado.
El mismo también señaló la importancia de diferenciar entre precios nominales y precios reales. Estos primeros, incluyen la inflación, son los que paga el consumidor directamente en el punto de carga. En cambio, los reales son ajustados por inflación, se utilizan para análisis financieros y de mercado.
La reforma energética también tuvo un impacto significativo en Petróleos Mexicanos, que pasó de subsidiar costos a reconocerlos en el precio final al consumidor. Hoy, más del 70% de los ingresos de PEMEX provienen de la venta de combustibles, consolidando su control sobre el mercado nacional. «El rol de la petrolera estatal es ahora más relevante que nunca, al ser el principal actor en la producción, refinación, distribución y comercialización», agregó Pech.
El especialista concluyó que el debate debe centrarse en soluciones estructurales, como mejorar la infraestructura de almacenamiento y logística. Esto permitiría reducir los valores de transporte y, en consecuencia, el precio final al consumidor.
0 comentarios