La tecnología eólica flotante, considerada la última frontera del sector eólico marino, está ganando adeptos en países como Gran Bretaña, Francia y partes del sudeste asiático.
Aunque se espera que sea más eficiente que las turbinas eólicas marinas de fondo fijo, todavía no hay ningún proyecto a escala comercial en funcionamiento y se espera que los costes sigan siendo altos esta década.
Matos Fernandes afirmó que las condiciones eólicas de Portugal hacen que esta tecnología sea eficiente y viable, y confía en que contribuya a reducir las tarifas eléctricas a largo plazo, además de ayudar al país a cumplir su objetivo de ser un exportador neto de energía.
Lamentó que la concesión de licencias medioambientales para los grandes parques eólicos terrestres sea «cada vez más complicada, debido a la huella ecológica que siempre tienen», pero dijo que Portugal podría evitarlo utilizando turbinas flotantes en sus aguas costeras profundas.
«Portugal quiere convertirse en un gran exportador de energía renovable en el futuro y por eso tiene que apostar por la eólica en alta mar», dijo en una entrevista.
Portugal, que cerró sus dos centrales de carbón el año pasado, tiene 7,3 GW de capacidad hidroeléctrica y 5,6 GW de eólica terrestre, que juntos representan el 83% de su capacidad total instalada.
El país, que se ha comprometido a ser neutro en carbono para 2050, obtiene el 60% de su electricidad de fuentes renovables, y el ministro cree que alcanzará el 80% antes de la fecha límite de 2030.
Actualmente, Portugal sólo cuenta con un pequeño proyecto eólico flotante de 25 megavatios frente a su costa atlántica.
La Unión Europea tiene 16 GW de capacidad eólica marina instalada y pretende alcanzar al menos 60 GW en 2030.
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