El Día sin Carro y sin Moto en Bogotá, fue celebrado el pasado 6 de febrero. Si bien la medida busca reducir la contaminación ambiental y promover el uso de transportes sostenibles, también impacta sectores económicos que dependen del movimiento vehicular, como las Estaciones de Servicio.
Surtidores LATAM le consultó a Johan Efraín Mejía Mejía, propietario y administrador de la Estación de Servicio Texaco Hayuelos, quién explicó las consecuencias que esta jornada trae para su negocio.
“Nuestras ventas de combustible caen alrededor de un 70%, lo que representa un golpe fuerte para nuestros ingresos. A pesar de esto, debemos seguir cubriendo los costos operacionales, que son fijos y deben cumplirse sin importar el nivel de ingresos del día”, señaló.
Aunque su Estación de Servicio está ubicada en una zona de alto tránsito de camiones y transporte de alimentos, lo que permite mantener cierta actividad, no todos los empresarios minoristas corren con la misma suerte.
“En zonas como el norte y el oriente de la ciudad, la caída en las ventas es mucho más pronunciada, ya que la restricción afecta principalmente a los vehículos particulares”, agregó Mejía.
Ante esta realidad, algunos establecimientos buscan alternativas para aprovechar la jornada de otra manera. “Este día, que ya hace parte de la dinámica de Bogotá, lo utilizamos para realizar mantenimiento y limpieza en nuestras instalaciones, tareas que con el tráfico normal resultan más complicadas. Además, ajustamos nuestro equipo de trabajo, operando con menos personal”, explicó el administrador.
El impacto de la medida no solo se percibe en el comercio local, sino también en el comportamiento de los ciudadanos. Mientras algunos respaldan la iniciativa por sus beneficios ecológicos y de movilidad, otros consideran que las afectaciones económicas y logísticas deberían ser evaluadas más a fondo. En esa línea Mejía Mejía destacó la importancia de hacer un análisis detallado.”Más allá del impacto que esta jornada tiene en el medio ambiente, sería valioso que la Alcaldía y las autoridades ambientales hicieran un balance del costo/beneficio que realmente deja para la ciudad”.
“Encontrar un equilibrio entre el beneficio ambiental y las afectaciones económicas podría ayudar a que estas iniciativas sean más sostenibles para todos”, concluyó Mejía Mejía.
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