Mientras la transición energética gana terreno en las agendas gubernamentales de América Latina, el Gas Licuado de Petróleo sigue consolidándose como una alternativa eficiente, accesible y de bajo impacto ambiental para el transporte. En ese contexto, abril es el mes de la seguridad en distintas industrias, y se presenta un momento ideal para reflexionar sobre los desafíos actuales.
En este contexto, Fabrício Duarte, director ejecutivo de la Asociación Iberoamericana de Gas Licuado de Petróleo (AIGLP), expresó a Surtidores Latam que el compromiso con la seguridad en el segmento automotor es tan vital como en cualquier otro ámbito de aplicación. Transportar un combustible inflamable implica no solo una responsabilidad técnica sino también un deber social. Desde las estaciones de carga hasta los vehículos convertidos para operar con GLP, cada eslabón de la cadena debe cumplir estrictos protocolos que garanticen la integridad del sistema y protejan a los usuarios.
En diversos países de la región, el GLP ha experimentado una expansión significativa, no solo por su precio competitivo frente a otras alternativas fósiles, sino también por sus beneficios ambientales, al emitir menos partículas contaminantes y gases de efecto invernadero. Sin embargo, ese crecimiento debe ir acompañado de marcos regulatorios modernos y sistemas de fiscalización sólidos que aseguren que el producto ofrecido cumpla con los más altos estándares de seguridad.
Es por ello que Duarte advirtió que cualquier debilidad en estos controles puede traducirse en riesgos para conductores, y trabajadores de gasolineras, afectando también la imagen del sector y su potencial de crecimiento.
Un punto importante en este debate es el rol de las Estaciones de Servicio. Estas no solo funcionan como puntos de recarga, sino como espacios de verificación y control. La calidad del equipamiento, la capacitación del personal, la trazabilidad del combustible y la certificación de los kits de conversión vehicular son aspectos fundamentales para evitar incidentes.
Desde la AIGLP destacaron que las mejores prácticas incluyen revisiones periódicas, protocolos de emergencia, sistemas de detección de fugas y estrictas normas de compatibilidad técnica entre surtidores y vehículos. La marca del proveedor también adquiere aquí una importancia central: detrás de cada carga de GLP debe haber un respaldo claro de quién garantiza el producto y bajo qué condiciones fue procesado y transportado.
En algunos mercados, sin embargo, la falta de regulación específica o la aplicación laxa de las normas vigentes ha generado situaciones preocupantes. Estaciones que operan sin controles adecuados, conversiones vehiculares no homologadas y cilindros sin recalificación técnica se traducen en un aumento real del riesgo, lo que pone en jaque no solo la seguridad vial sino también la confianza del consumidor. Duarte enfatizó que este tipo de prácticas no solo deben ser combatidas con sanciones, sino con incentivos para profesionalizar el sector y fortalecer las cadenas legales de suministro.
Cabe señalar que para contribuir a ese proceso, la AIGLP viene impulsando espacios de diálogo entre autoridades, operadores y empresas del sector. Una de las principales iniciativas en este sentido es el Foro de Regulación del GLP, que se llevará a cabo el 9 de mayo en el Instituto Nacional de Tecnología, Normalización y Metrología (INTN), en Asunción, Paraguay. El encuentro reunirá a especialistas, entidades gubernamentales y actores del mercado para debatir el futuro normativo del GLP.
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