La transición hacia energías más limpias y sostenibles es una necesidad imperante en el contexto global actual. En este escenario, Argentina se encuentra en una encrucijada: mientras el mundo avanza hacia la electromovilidad, el país tiene una oportunidad única de capitalizar una fuente de energía alternativa y localmente producida: el bioetanol. Este combustible renovable, derivado del maíz, podría no solo diversificar la matriz energética nacional sino también impulsar la economía y reducir el impacto ambiental.
Argentina exporta el 65 por ciento del maíz en grano que produce, y solo el 3,7 por ciento se destina a la producción de bioetanol, lo que evidencia una capacidad de producción notablemente subutilizada. La irrupción de la industria del bioetanol ha tenido un impacto significativo en la producción de maíz, especialmente en Estados Unidos, principal referente mundial, y en Brasil, un actor creciente y robusto en el mercado global de biocombustibles.
«Brasil se ha convertido en una verdadera locomotora de biocombustibles, y va a toda máquina con el bioetanol«, señaló el director ejecutivo de la Cámara de Bioetanol de Maíz Patrick Adam durante el evento Maizar 2024, al inaugurar un panel sobre el combustible renovable en el Mercosur, destacando los avances de Brasil y la provincia de Córdoba en Argentina. Según Adam, el bioetanol está protagonizando una «revolución silenciosa» en varios países de la región, integrándose en las mezclas de naftas. Brasil, por ejemplo, tiene una mezcla libre del 46 por ciento, Paraguay y Bolivia del 25 por ciento, y Uruguay del 10 por ciento, debido a la limitación en la disponibilidad de materia prima. En Argentina, la mezcla es del 12 por ciento, a pesar de contar con la materia prima necesaria, lo que resalta la falta de decisión política para incrementar este porcentaje.
Argentina produce anualmente 776.747 metros cúbicos de bioetanol, equivalente a 776 millones de litros. La provincia de Córdoba es el epicentro de esta producción, con plantas en Villa María, Alejandro Roca y Río Cuarto. Adam subraya que la producción de bioetanol es parte de una industria más amplia, que incluye la generación de productos para la minería, bebidas gasificadas y biogás. No obstante, la industria enfrenta desafíos regulatorios y de incentivos para expandirse. La mezcla de nafta con bioetanol comenzó en 2010 con un 5 por ciento, y el objetivo es alcanzar el 15 por ciento para 2025, convergiendo con los niveles del Mercosur, que se proyectan hacia un 30 por ciento.
“Sin más biocombustibles, Argentina va a entrar en un default ambiental, por lo tanto, va a tener que seguir avanzando”, afirmó el representante de la Cámara de Bioetanol de Maíz. Córdoba, la principal provincia productora de bioetanol de maíz, ha implementado políticas públicas de apoyo al autoconsumo. Sergio Manzur, director de Biocombustibles de la provincia, señaló que 70 organizaciones han definido el sistema energético para 2050, asignando un rol crucial a las bioenergías.
La gran apuesta es migrar hacia un parque automotor que utilice bioetanol como fuente de energía. Sustituir el 30 por ciento del parque vehicular por autos eléctricos implicaría una inversión de 309.000 millones de dólares, mucho más que adoptar vehículos flex con un mayor corte de bioetanol, destacó Manzur. Como incentivo, Córdoba tiene una ley provincial que obliga a la flota pública, alrededor de 6.000 vehículos, a operar con biocombustibles: E17 (naftas con una mezcla del 17 por ciento de bioetanol) y B20 (gasoil con biodiésel al 20 por ciento), con tres puntos de carga. La provincia también ha realizado pruebas para llevar el corte en la flota oficial a E70 (bioetanol al 70 por ciento).
Para fomentar el uso en el sector privado, Córdoba ha desarrollado un proyecto para producir 2 millones de litros de biocombustibles para autoconsumo, mediante inversiones en plantas modulares ubicadas en el interior provincial. Esta iniciativa no solo promueve el uso de combustibles sostenibles, sino que también impulsa el desarrollo económico regional, generando empleo y fortaleciendo la cadena productiva del maíz.
La adopción del bioetanol como alternativa a la electromovilidad ofrece varias ventajas. Por un lado, utiliza una materia prima local y abundante, lo que disminuye la dependencia de importaciones energéticas. Por otro lado, reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo a los compromisos ambientales internacionales de Argentina. Además, la infraestructura existente para el uso de bioetanol es compatible con la tecnología actual de los vehículos, lo que facilita su implementación sin requerir transformaciones en el parque automotor.
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