En Bolivia, la crisis energética está alcanzando niveles alarmantes, afectando no solo el abastecimiento de combustibles sino también la estabilidad económica del país. La escasez de diésel y gasolina genera largas filas en las Estaciones de Servicio.
Uno de los principales factores detrás de esta crisis es la alta dependencia de Bolivia en las importaciones de combustibles. Actualmente, el país requiere más de 7 millones de litros de diésel al día, pero su producción nacional no alcanza para cubrir esta demanda. Aproximadamente, el 85% del diésel y el 56% de la gasolina que consume Bolivia provienen del extranjero.
En este contexto, el contrabando de combustibles hacia el Perú se intensificó, especialmente en la región fronteriza de Puno. En lugares como el pueblo de Virupaya, el ingreso ilegal de combustibles del Perú es una práctica común.
“El costo del diésel y la gasolina en Bolivia ha sido históricamente subsidiado, con precios que representan la mitad de lo que se paga en mercados más libres, como Perú. Esto ha generado una falsa sensación de bienestar, financiada a expensas de la caja fiscal”, había explicado a Surtidores LATAM César Gutiérrez Peña, analista del sector energético, quien atribuyó esta crisis a un modelo insostenible de control estatal.
Durante las últimas horas, Bolivia optó por medidas desesperadas para obtener ingresos en medio de la caída de su producción de gas natural. Recientemente, el gobierno nacional alquiló un gasoducto para transportar gas argentino hacia Brasil.
Esta operación, que involucra a la petrolera estatal YPFB, una subsidiaria de la empresa francesa TotalEnergies y el Grupo Matrix Energía de Brasil, busca generar divisas para el país.
En esa línea, días atrás el ministro de Hidrocarburos y Energías, Alejandro Gallardo, señaló que la crisis responde a la escasez de moneda internacional, aunque aseguró que Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) cuenta con liquidez en dinero local. No obstante, admitió que la empresa enfrenta serias dificultades para obtener dólares y concretar los pagos a proveedores internacionales de combustible.
Según las autoridades, la producción de gas natural cayó de casi 60 millones de metros cúbicos por día en 2015 a solo 24 millones en la actualidad, lo que forzó la decisión del país a reducir su venta a Argentina y a depender cada vez más de las importaciones de combustibles refinados.
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