En un contexto de transición energética, los biocarburantes han surgido como una alternativa viable y sostenible para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente en el sector del transporte. En conversación con Surtidores Latam, Agustín Torroba, Secretario Técnico y Ejecutivo de la Coalición Panamericana de Biocombustibles Líquidos, compartió su perspectiva sobre el rol del etanol, las barreras regulatorias que enfrentan y el compromiso de la industria automotriz.
En la mayoría de los países de la región, donde las ventas de vehículos eléctricos representan menos del 1% del total, los biocombustibles han demostrado ser una solución efectiva para abordar las emisiones, que contribuyen con el 40% de los gases de efecto invernadero.
“La gran ventaja es que no requieren una nueva flota vehicular ni modificaciones sustanciales de infraestructura”, destacó Torroba. Esto los convierte en una opción inmediata para complementar los esfuerzos de descarbonización mientras la electromovilidad gana terreno. Además, subrayó que “con un desarrollo adecuado, el biodiesel puede cerrar la brecha actual en el camino hacia una movilidad más limpia”.
Asimismo, la adopción de esta alternativa está estrechamente vinculada a las normativas y políticas públicas que los promueven. Según Torroba, los mercados de biocombustibles “nacen y se desarrollan” bajo estas condiciones regulatorias. Las dos estrategias más comunes son los mandatos de mezcla obligatoria y las obligaciones de reducir la intensidad de carbono de los combustibles fósiles.
En países como Brasil, donde dicha industria está altamente desarrollada, ya existen canales de comercialización libres que permiten competir directamente con los combustibles tradicionales. Sin embargo, en países donde los biocombustibles aún no han sido adoptados ampliamente, es necesario implementar normativas que autoricen su comercialización y homologación de tecnología, como los sistemas “flex fuel” para el etanol.
“Resolver estas barreras regulatorias impulsará el desarrollo económico y tecnológico en la región”, aseguró Torroba. Actualmente, 58 países utilizan mezclas de bioetanol y 48 de biodiesel, lo que resalta el potencial global de estas soluciones.
Por otro lado, el experto sostuvo que la industria automotriz ha mostrado un compromiso significativo: “Muchas empresas promocionan abiertamente el uso de la mezcla como una solución viable para descarbonizar el transporte terrestre”, señaló Torroba. Esto resulta particularmente relevante en la región, donde el desarrollo de la electromovilidad es lento.
Según Torroba, “una colaboración más estrecha entre las empresas automotoras y los productores de biocombustibles podría acelerar la transición hacia una movilidad sostenible”. También destacó la importancia de que los gobiernos incentiven estas alianzas mediante políticas claras y apoyos económicos.
“El futuro dependerá de nuestra capacidad para integrarlos plenamente en las estrategias nacionales e internacionales. Debemos actuar con rapidez y determinación para garantizar el desarrollo sostenible para las próximas generaciones”, concluyó Torroba, haciendo un llamado a la acción colectiva.
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