reunion de UNALA.
Latam.
14 Abr, 2025
Desarrollo Etanol al volante: Latinoamérica acelera hacia un futuro más limpio
La agroindustria azucarera regional afianza su compromiso con los biocombustibles, apostando a tener como eje la sostenibilidad y competitividad.

En un momento en el que el mundo acelera su transición hacia modelos energéticos más sostenibles, América Latina busca asumir un rol protagónico desde una de sus industrias más emblemáticas: la caña de azúcar. La reciente Asamblea General de la Unión de Azucareros Latinoamericanos (UNALA), celebrada en la ciudad de Panamá la semana pasada, confirmó esa ambición colectiva. El encuentro, coorganizado junto a la Asociación de Azúcares y Alcoholes de Panamá (AZUCALPA), reunió a representantes de 15 países que debatieron cómo transformar desafíos en oportunidades en el actual contexto global.

El foco estuvo puesto en los biocombustibles, en particular el etanol, que emerge como una pieza clave no solo para descarbonizar el transporte terrestre, sino también para avanzar hacia nuevas soluciones como los Combustibles Sustentables de Aviación (SAF). En palabras del consenso general, la agroindustria azucarera no solo produce alimentos: también puede ser parte de la solución climática.

Durante la asamblea, Agustín Torroba, especialista en biocombustibles del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y secretario ejecutivo de la Coalición Panamericana de Biocombustibles Líquidos (CPBIO), compartió una mirada estratégica sobre el potencial del etanol en América Latina. Según su análisis, hoy cerca del 30% de la caña de azúcar en la región se destina a la producción de este biocombustible, una tendencia que se proyecta al alza.

Más allá de su contribución a la reducción de emisiones, Torroba destacó múltiples beneficios del etanol: dinamiza economías rurales, genera empleos locales, reduce la dependencia de combustibles fósiles importados, mejora la calidad del aire en zonas urbanas y representa una fuente de energía flexible, que puede mezclarse con gasolina o usarse en motores especialmente adaptados. «Estamos ante un insumo estratégico para la nueva bioeconomía», resumió el experto.

En esa línea, la asamblea de UNALA remarcó la necesidad urgente de armonizar esfuerzos con la CPBIO para fortalecer los sistemas regionales de medición de la Huella de Carbono, un paso importante para competir en mercados internacionales cada vez más exigentes en trazabilidad ambiental. 

Las entidades ya trabajan juntas en la implementación de esquemas de Análisis de Ciclo de Vida, con el objetivo de facilitar la homologación de los biocombustibles producidos en la región bajo estándares como el LCFS (Low Carbon Fuel Standard), el programa CORSIA para la aviación internacional, o los marcos regulatorios de Canadá y la Unión Europea.

Luis Fernando Salazar, director ejecutivo de UNALA, expresó que la valorización de los activos ambientales de los biocombustibles no es solo una cuestión comercial, sino también un reconocimiento a décadas de innovación y compromiso del sector agroindustrial latinoamericano. “Tenemos la capacidad y la convicción de que nuestros biocombustibles pueden estar a la altura de los más avanzados del mundo”, sostuvo.

Como resultado concreto, UNALA selló su compromiso de seguir consolidándose como un espacio estratégico para la toma de decisiones regionales, con una agenda centrada en la sostenibilidad, la competitividad y la integración de políticas públicas. En ese marco, el etanol no es solo un derivado de la caña: es una oportunidad concreta para que América Latina lidere con soluciones propias la transición energética del siglo XXI.

 

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