En medio de una coyuntura internacional marcada por tensiones comerciales y una creciente oferta de crudo, los precios del petróleo experimentaron un nuevo descenso que podría tener impacto directo en el bolsillo de los paraguayos. 

La OPEP, el influyente grupo que reúne a los países exportadores de petróleo y aliados como Rusia, anunció un nuevo incremento en su producción diaria de más de 400.000 barriles a partir de junio. La medida, que se suma a un aumento récord anterior, intensificó la presión sobre un mercado ya afectado por señales de desaceleración en la demanda global.

Paraguay, un país completamente dependiente de la importación de derivados del petróleo, observa con atención el escenario. Sin producción ni refinerías propias, su abastecimiento energético depende del comportamiento externo. En 2024, importó cerca de 2.8 millones de metros cúbicos de diésel y 1.8 millones de gasolina, lo que equivale a unos 81.000 barriles diarios. Ante estas cifras, cualquier oscilación internacional tiene efecto inmediato en la economía local.

En ese marco, el ministro de Economía y Finanzas, Carlos Fernández Valdovinos, tomó posición. Tras una reunión con la Comisión de Cuentas del Senado, señaló que “hace mucho tiempo no se ve el barril de petróleo por debajo de los 60 dólares. Hoy está en 57 o 58 dólares”, puntualizó, en alusión directa a una oportunidad para revisar los precios internos de los combustibles.

El funcionario evitó hablar de cifras concretas, pero dejó un mensaje contundente: “Ojalá me escuche Eddie Jara y logre reducir el costo del combustible”.

La estatal energética, que en 2024 fue responsable del 12% de las importaciones de diésel y del 11% de las de gasolina, tiene un rol determinante en la fijación de los precios. Su última rebaja se produjo el 24 de marzo, cuando redujo en 300 guaraníes por litro el precio al consumidor. Desde entonces, el costo de importación cayó aproximadamente un 7%, lo que reaviva las expectativas de nuevos ajustes.

En declaraciones adicionales, Fernández Valdovinos argumentó que existen “fundamentos sólidos” para una rebaja y citó el caso de Argentina, donde recientemente los combustibles disminuyeron un 4%. “Debemos tratar de bajar”, insistió, dejando entrever que una decisión de este tipo no solo aliviaría el gasto ciudadano, sino que también podría incentivar el dinamismo económico nacional.

Con un escenario internacional que favorece al país importador y una presión creciente desde el Ejecutivo, se espera que la empresa estatal analice con celeridad el panorama. La próxima movida marcará no solo la evolución del mercado local de combustibles, sino también el grado de sintonía entre las instituciones y las necesidades de la población.