Las Estaciones de Servicio y los consumidores comienzan a adaptarse a un panorama de precios que reflejan los costos reales de producción. Los principales consultores del rubro coinciden en que este nuevo escenario podría traer mayor estabilidad al sector, a la vez que incentiva la inversión y garantiza el abastecimiento.

“Tras largos años de turbulencias, el mercado energético argentino parece encaminarse hacia un modelo de mayor previsibilidad y equilibrio, dejando atrás las distorsiones del intervencionismo estatal”, expresó a surtidores.com.ar el exsecretario de Energía, Emilio Apud.

El principal hombre de consulta del PRO, consideró que la era del «precio político» del combustible ha llegado a su fin en Argentina y destacó que la decisión del Gobierno Nacional de liberar los precios de las naftas y el gasoil, equiparándolos con los estándares internacionales marca un hito en el proceso de normalización del mercado energético tras años de intervencionismo estatal y congelamientos basados en intereses político-electorales.

“El año pasado hubo desabastecimiento por varias causas, pero la principal fue la intromisión del Gobierno en los precios del crudo y de los combustibles de forma inadecuada, respondiendo a consignas políticas más que a las económicas del sector”, afirmó Apud. El ex funcionario explicó que los precios artificialmente bajos desalentaban la inversión tanto en producción como en refinación, mientras que potenciaban una demanda exacerbada.

Durante años, la diferencia entre el precio internacional del barril de petróleo y el llamado «barril criollo» evidenció el desfasaje del mercado local. Mientras el Brent cotizaba en torno a los 89 dólares el barril, en Argentina el precio acordado rondaba los 56 dólares. Esto, según Apud, generó especulación y dificultades operativas en las refinerías, así como maniobras empresariales para destinar excedentes a la exportación.

“La ley impide exportar si no está abastecido el mercado local, pero las petroleras buscaban maneras de tener saldos exportables porque la diferencia entre el precio local y el internacional era considerable”, detalló. Además, mencionó que las empresas petroleras, al importar gasoil, debían asumir pérdidas de hasta un 15 por ciento debido a la brecha entre el precio local y el internacional, lo que también complicaba el abastecimiento.

Sin embargo, este año las condiciones han cambiado. Apud destacó que las diferencias entre el precio internacional y local se han reducido drásticamente. La paridad de importación, tanto para el crudo como para el gasoil, se encuentra equilibrada, lo que permite un mercado más predecible y asegura la disponibilidad de combustibles.

“Este año no creo que vaya a haber faltantes, y el próximo incluso podría haber una oferta asegurada, con márgenes de importación que podrían resultar rentables”, sentenció el entrevistado.