Este lunes 28 de octubre, Asunción se convirtió en el epicentro del diálogo energético regional con el inicio de la IX Semana de la Energía en el Centro Cultural del Banco Central del Paraguay (BCP). El evento, respaldado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), reúne a representantes de los 27 países miembros de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) para debatir los retos y avances hacia un desarrollo energético más sostenible.
En su discurso de apertura, el presidente de Paraguay, Santiago Peña, resaltó el potencial del país para posicionarse como un líder regional en producción y distribución de energía limpia. El mismo subrayó que, para su gobierno, la industrialización sostenible y la electrificación del sector transporte, junto con el uso de biocombustibles, son pilares estratégicos para reducir la dependencia de combustibles fósiles.
Asimismo, el viceministro de Minas y Energía, Mauricio Bejarano, amplió esta visión al mencionar el ambicioso proyecto de infraestructura: un gasoducto bioceánico de 1.050 kilómetros que conectará Paraguay con Argentina y Brasil. Esta inversión, la cual ya había sido adelantada por el funcionario a Surtidores Latam, se alinea con el corredor en construcción y apunta a diversificar las fuentes de energía y a fortalecer la infraestructura necesaria para la transición hacia energías más limpias.
«Queremos una integración energética integral. El gas natural será fundamental para la transición«, explicó Bejarano, en referencia a la posibilidad de que el gas circulante en la región impulse un cambio hacia una matriz energética más limpia y menos dependiente de los combustibles fósiles.
Sin embargo, el camino hacia una independencia energética completa sigue planteando desafíos. Según el ministro de Industria, Javier Giménez, aunque Paraguay cuenta con una capacidad de generación energética significativa, un 37% de su matriz energética todavía proviene de combustibles fósiles. Este dato pone de relieve una dependencia que, aunque menor en comparación con otros países, requiere atención y acción.
“La transición energética de Paraguay debe ser justa”, sostuvo Giménez. Rechazando una perspectiva de cambio que implique un sacrificio en términos de desarrollo industrial y creación de empleo, el ministro recalcó que Paraguay representa apenas el 0,01% de las emisiones globales de CO₂, un número que considera mínimo frente a las responsabilidades de los mayores emisores globales.
Según expresó la organización a este medio, dicho encuentro, el cual culminará el 1 de noviembre, plantea un escenario optimista que parece decidido a forjar un futuro basado en energía sostenible, reduciendo paulatinamente su dependencia de los hidrocarburos.
Con una perspectiva que conjuga la protección ambiental y el crecimiento económico, Paraguay no solo se posiciona como un actor comprometido con la transición energética, sino como un modelo para los países de la región que buscan reducir su huella de carbono sin comprometer su desarrollo económico.
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