En un reciente relevamiento realizado por Global Petrol Prices se revelaron disparidades en los precios de la gasolina en América Latina. Mientras algunos países mantienen tarifas simbólicas gracias a subsidios estatales, otros registran valores que duplican el promedio global. Estas diferencias no solo reflejan las realidades económicas de cada nación, sino también sus modelos de gestión energética y políticas fiscales.
De acuerdo con el informe, el valor promedio mundial se ubica en 1.27 dólares por litro. No obstante, al interior de la región, los incrementos varían de forma significativa. En un extremo se encuentra Venezuela, donde el litro se comercializa a apenas 0.035 dólares, producto de un esquema de subsidios que sostiene el precio artificialmente bajo. En el otro extremo, Barbados lidera con un precio de 1.927 dólares por litro, seguido de cerca por Uruguay (1.829 USD) y Belice (1.752 USD), configurando el grupo de países con los costos más elevados del continente.
Por un lado, los países productores de petróleo o con esquemas de subsidios activos tienden a mostrar precios reducidos. Asimismo, aquellos con mercados regulados o dependientes de la importación de combustibles suelen tener tarifas más altas. Según el sitio especializado, todos los estados enfrentan los mismos precios internacionales del crudo; sin embargo, las diferencias en impuestos, subsidios y márgenes de comercialización generan realidades muy distintas.
Tal es el caso de Uruguay, Honduras y Costa Rica, naciones que mantienen sistemas de regulación estatal en las tarifas. En este sentido, Antonio Galva, vicepresidente de la Cámara de Combustibles de Costa Rica, explicó que este modelo tiene como objetivo principal brindar estabilidad y previsibilidad al consumidor, aunque ello implique asumir precios más elevados. A su juicio, “esta disparidad obliga a cada país a diseñar estrategias específicas, adaptadas a su estructura económica y social”.
En contraste, países como Paraguay operan bajo una lógica de mercado abierto, sin un ente regulador que controle eficazmente las fluctuaciones. El analista económico Stan Canova, en declaraciones realizadas a Surtidores Latam, advirtió que esta ausencia de supervisión propicia una asimetría en la formación de los montos: “cuando el petróleo sube, el traslado al surtidor es inmediato, pero cuando baja, los valores rara vez se ajustan a la misma velocidad”, señaló.
Argentina, por su parte, presenta una situación intermedia. Con un precio de 1.171 dólares por litro, el país combina una estructura impositiva compleja, controles estatales y un contexto inflacionario que impacta directamente en el valor final. Si bien posee vastos recursos energéticos, como el yacimiento de Vaca Muerta, los desafíos macroeconómicos limitan la posibilidad de trasladar estos beneficios al bolsillo del consumidor.
En términos más amplios, expertos del sector coinciden en que América Latina cuenta con una riqueza geológica notable. Según Brando Huamán, especialista en hidrocarburos, “la región alberga algunos de los yacimientos más importantes del mundo, como el pre-sal brasileño y la formación no convencional argentina”. Sin embargo, sostuvo que esta ventaja estratégica conlleva una gran responsabilidad: “gestionar los recursos con eficiencia, bajo estándares ambientales exigentes y con marcos regulatorios sólidos, es fundamental en una era marcada por la transición energética”.
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